Sobre el Corpus Christi




La fiesta de Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Algunos autrores la ubican en Lieja (Bélgica) sobre el año 1242, pero la tradición más arraigada la ubica en Italia; ya que por aquel entonces, el Papa Urbano IV tenía la corte en Orvieto (ciudad situada al Norte de Roma). Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1264 se produjo el famoso "Milagro de Bolsena": un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.

El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula "Transiturus" del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés (jueves siguiente a la Transfiguración) y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio. De esta manera se extendió el refrán popular: "Tres jueves al año brillan más que el Sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión"; aunque en la actualidad, Corpus Christi y la Ascensión se han trasladado al domingo para propiciar que los fieles puedan participar en mayor número. En Galicia, sobre todo, la fiesta del Corpus Christi (el Sacramento, el Santísimo... como se denomina en muchas parroquias) ha sido trasladada a otros domingos para favorecer la asistencia de clero a la solemnidad, ya que se trataba de una Fiesta de 1ª clase.

Según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó los textos para la liturgia de ese día (Misa y Oficio) a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino; cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.

Uno de los cinco himnos que santo Tomás compuso (Adoro te devote, Page lingua, Tamtum ergo, Verbum Supernum Prodiens y Lauda Sion salvatorem) lo conservamos en nuestra liturgia actual como secuencia* de la solemnidad de Corpus Christi: Lauda Sion. Es un texto largo, pero de extrema belleza. Se trata de un verdadero tratado teológico (de la época, por supuesto) sobre la Eucaristía. No sólo habla de la debida adoración de la Eucaristía sino que utiliza una forma poética para explicar cuestiones muy relevantes: el fundamento histórico del sacramento (la última cena); la transubstanciación; la alusión directa a las especies que esconden el misterio como "accidentes", no como "sustancia"; la presencia concreta, completa y real de Cristo en las especies, así como en todas las partes de cada; los beneficios de la comunión, etc. Si alguien está interesado en leer con detenimiento el texto original o su traducción al español puede pinchar AQUÍ. Es un texto muy apropiado para meditar (e incluso explicar) durante este día.



* Las "secuencias" son breves poemas de carácter litúrgico (pero no bíblico) que en la Edad Media venían siendo habituales –tanto en forma gregoriana, como en forma polifónica entrado el Renacimiento– estos eran insertos en la Liturgia de la Palabra, después del canto del Aleluya y antes de la proclamación del Evangelio. En el Concilio de Trento, como se había realizado un uso abusivo de este tipo de composiciones en la liturgia (existían cientos de secuencias) se limitó mucho su uso; y después de la reforma del Concilio Vaticano II se limitó a cinco grandes fiestas: Domingo de resurrección (Victimae paschali laudes)Pentecostés (Veni, Sancte Spiritus)Corpus Christi (Lauda, Sion)San Benito (Laeta dies) y la Virgen de los dolores (Stabat Mater).


Oscar Valado



La Santísima Trinidad





En esta imagen se resumen la relaciones entre las tres personas de la Santísima Trinidad. Se reduce así el misterio de Dios a un sencillo diagrama. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja, podemos conocer algo... pero no se agota ahí. Y si no, que se lo digan a San Agustín.

Existe una tradición medieval que recoge el encuentro sobrenatural entre Agustín y un niño que se identifica en muchas ocasiones con el «niño Jesús». La anécdota es esta: 

San Agustín meditando sobre la Trinidad (Guercino, 1636). Museo del Prado
San Agustín meditando sobre la Trinidad (Guercino, 1636)
Un día San Agustín paseaba por la orilla del mar, dando vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la doctrina de la Trinidad. De repente, alza la vista y ve a un niño, que está jugando en la arena, a la orilla del mar. Observa más de cerca y ve que el niño ha hecho un hoyo en la arena y corre –una y otra vez– hacia el mar para llenar su pequeño cubo de agua y vaciarlo en el pequeño hoyo que había hecho. El niño repite incansablemente, hasta que ya San Agustín, curioso, se acerca al niño y le preguntó: «¿qué haces?» El niño, con toda inocencia y como si fuese obvio lo que hacía, respondió: «Quiero meter la inmesidad del mar en este hoyo que he hecho». Agustín se rió y le dijo: «Pero, eso es imposible». A lo que el niño respondió: «Imposible es lo que hace tú, es intentar comprender el misterio de Dios solo con la razón».

Agustín llegó a escribir «De Trinitate», un libro menos conocido que Las Confesiones o La ciudad de Dios, pero con mayor contenido teológico. Sin embargo, en una clara muestra de humildad, reconoce: En medio de tan múltiples cuestiones como he tratado, y ninguna, lo declaro, con la dignidad que merece la Trinidad suprema e inefable, cuya ciencia confieso es admirable para mí y no la puedo comprender (Cap. XXVII, n. 50).

Y es que cuando hablamos de «misterio», no significa que «no sepamos nada» de Dios, sino que «no lo sabemos todo». Por ello la razón es tan necesaria para vivir nuestra fe. Si queremos mantener viva nuestra fe es importante conocer y estudiar aquello que se nos ha revelado en la Escritura y en la Tradición, así como el testimonio de los santos y de los mártires y la riqueza milenaria de nuestra liturgia. En este caso concreto podemos detenernos en el prefacio propio de la Santísima Trinidad que celebraremos próximamente ¿Se puede decir tanto con tan poco?

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
EL MISTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Que con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo
eres un solo Dios, un solo Señor;
no en la singularidad de una sola Persona,
sino en la Trinidad de una sola naturaleza.

Y lo que creemos de tu gloria
porque tú lo revelaste
lo afirmamos sin diferencia
de tu Hijo y del Espíritu Santo.

De modo que, al proclamar nuestra fe
en la verdadera y eterna Divinidad,
adoramos tres Personas distintas,
de única naturaleza e iguales en dignidad.

A quien alaban los ángeles y los arcángeles,
los querubines y serafines,
que no cesan de aclamarte, diciendo a una sola voz:

Santo, Santo, Santo...






El tiempo ordinario


La presencia del Señor en el camino de la Iglesia



A. Origen y significado.

El tiempo ordinario tiene su origen en el domingo, en la celebración de la "Pascua" que se repetía semana tras semanas (cf. Hch 20,7). Poco a poco se han ido incorporando en la liturgia de la Iglesia los diferentes tiempos fuertes que hacen hincapié en algún misterio concreto de  Cristo (Navidad o Pascua) o nos sirven como preparación de estos (Adviento y Cuaresma). Sin embargo, el Tiempo Ordinario o más propiamente el tiempo durante el añoes el periodo del  año litúrgico más largo. En él se desarrolla el misterio pascual de un modo progresivo y profundo, quizás con mayor naturalidad aún que en otros tiempos litúrgicos cuyo contenido está, a veces, demasiado polarizado por una temática muy concreta. Para la mistagogia de los bautizados y confirmados que acuden cada domingo a celebrar la eucaristía, el tiempo ordinario significa un programa continuado de penetración en el misterio de salvación siguiendo la existencia humana de Jesús a través de los evangelios, contenido principal y esencial de la celebración litúrgica de la iglesia.

El valor del tiempo ordinario consiste en formar con sus treinta y cuatro semanas un continuo celebrativo a partir del episodio del bautismo del Señor, para recorrer paso a paso la vida de la salvación revelada en la existencia de Jesús. Cada domingo tiene valor propio. Se convierte así en un camino cotidiano y sencillo en el que aprendemos de Jesús y compartimos con él las pequeñas cosas de nuestra propia vida.

B.    Características y peculiaridades de este tiempo.
            El tiempo ordinario se divide en dos partes:
            1ª) Desde la Fiesta del Bautismo del Señor hasta el Miércoles de Ceniza
            2ª) Desde Pentecostés hasta el I Domingo de Adviento
           
Esto supone que de las 52 semanas del año, 34 discurren en el tiempo ordinario. Y de estas, 6 en la primera parte y 28 en la segunda. Pero más allá de los número debemos destacar la conexión del Tiempo Ordinario con los primeros pasos de las comunidades cristianas que se reunían cada semana para compartir la palabra y el pan; es decir, no se celebran grandes acontecimientos sino la cotidianidad de alimentarse con la Palabra y con el Cuerpo de Cristo.

En este sentido, el Evangelio proclamado en cada celebración dominical durante el tiempo ordinario se convierte en el punto de referencia; no porque en otros tiempos no lo sea, sino porque durante todo el tiempo ordinario se hace una lectura continuada de los evangelios sinópticos: Mateo (ciclo A), Marcos (ciclo B), Lucas (ciclo C). El Evangelio de Juan viene representado con el capítulo 6 en el ciclo B. De este modo vamos leyendo las escenas del evangelio por el orden que el evangelista ha dispuesto; y, así, la cotidianidad de Jesús se hace una con la nuestra.

Otra característica muy visible de este tiempo es el color verde de los ornamentos sagrados; aunque no tiene un origen muy definido podría evocarnos la esperanza, la naturaleza, la paz... 

C.     Fiestas que preceden a los domingos del Tiempo Ordinario.

El ritmo de los domingos del tiempo ordinario es importante mantenerlo; sin embargo, a veces hay fiestas que tienen suficiente entidad como para pasar por delante del ritmo dominical. Por ello hay días que cambiamos el color verde de la cotidianidad por el correspondiente de la fiesta que celebremos, que pueden ser de tres tipos:

1º) La solemnidad de Jesucristo Rey del Universo (Cristo Rey). El año litúrgico siempre finaliza con esta celebración en el último domingo del tiempo ordinario (XXXIV).
2º) Solemnidades de la Santísima Trinidad y del Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi). Son los domingo consecutivos a Pentecostés.
3º) Fiestas del Señor o de los Santos que se consideran bastante importantes como para celebrarse en lugar del domingo que corresponda: Presentación del Señor (Candelaria), San Juan, San Pedro y San Pablo, Transfiguración del Señor, Asunción de María, Exaltación de la Santa Cruz, Todos los Santos, Fieles Difuntos, Dedicación de la Basílica de Letrán, el Apóstol Santiago o las fiestas del patrón del pueblo o ciudad.

D.    ¿Un repertorio musical para todo el Año?

Numerosas veces podemos escuchar algún comentario por parte de algún director de coro parroquial que insinúa al adentramos en el tiempo ordinario:
            1) Nos "aburrimos" ante la sucesión de domingos cantando los mismo
            2) Nos "agobiamos" porque cada domingo queremos cantar cosas distintas

Esto puede suceder cuando uno no está familiarizado con el amplio repertorio del que disponemos en español y en latín y. En la actualidad, parece que los cancioneros más utilizados son: El Cantoral Litúrgico Nacional (CEE) y el Cantoral de Misa Dominical (CPL), ambos en lengua española, y el Graduale Romanum y el Graduale Simplex que –aún siendo los más completos– no suelen ser muy utilizados, posiblemente por estar estar en latín.

Ante un repertorio tan amplio y variado debemos realizar una correcta administración del mismo. Estos repertorios suelen estar ordenados por el "orden de aparición": Entrada, Señor ten piedad, Gloria, Aleluya... para luego dejar pequeños grupos de cantos por tiempos litúrgicos, fiestas del Señor, etc. Olvidándose de la división principal que nos propone el cantoral oficial de la Iglesia (Graduale): Ordinario (Kyriale, en el que cada misa se corresponde con un tiempo litúrgico o con fiestas concretas: apóstoles, virgen María, etc.) y Propio (dividiendo los domingo por tiempos litúrgicos y las fiestas y solemnidades cronológicamente). De este modo, nunca se interpretan los mismos cantos en una fiesta y en una misa de diario; dándole a la música un valor mistagógico.

Por otra parte, la lectura continuada de los evangelios en las celebraciones dominicales durante el tiempo ordinario debe notarse también en el canto litúrgico. El canto de comunión, por ejemplo, puede (debe) hacer referencia al contenido del Evangelio; ayudará, sin duda, a fortalecer la unidad entre la liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarística; y para ello no puede ayudar conocer las antífonas de comunión propuestas por el Misal Romano para cada misa dominical.

Todo esto no nos debe asustar sino motivarnos a consolidar los criterios necesarios para seleccionar un repertorio apropiado, es más, teniendo criterio litúrgico-musical podremos colaborar para que la comunidad que celebra lo haga con mayor intensidad.




¿Se inciensa el cirio pascual?


Sí, ma non troppo. Un poquito. Bueno… casi nada. Es decir, no, mire, que no. A ver si nos explicamos…

Hace unos días un simpático e inteligente colega me preguntó al respecto sobre el tema, dado que le habían llegado preguntas sobre ello, y algunas con afirmaciones añadidas algo desconcertantes.

Y dado que no habíamos dedicado ningún flash a esta cuestión, desde aquí nos pusimos manos a la obra, es decir, manos a los libros litúrgicos para ver cuándo hay que incensar el apreciado cirio.

Buscamos y rebuscamos… y… ¡qué sorpresa! Nada. Bueno, nada no. En realidad, según el misal y el mismísimo Ceremonial de los Obispos (firmes, ¡ar!), solo se le inciensa antes del canto del Exultet en la Vigilia pascual.

Fuera de esta celebración no hay indicación alguna de que se deba prestar atención al cirio pascual durante las celebraciones litúrgicas, ya sean estas presididas por el obispo o por un presbítero.

Sabemos que se inciensa con tres movimientos dobles del turíbulo (Institutio del Misal 277), y que recibe este honor en el momento antes indicado, según consta en la rúbrica del misal y en el mismo Ceremonial de los Obispos (cf. 345).

Pero, como decimos, aparte de esto, en ninguna otra celebración, ni siquiera en la misa del mismo día de pascua, la cual debe ser celebrada según el modelo de la misa estacional. Así, cuando el obispo llega al presbiterio inciensa el altar y la cruz (cf. Ceremonial 131), como también las imágenes expuestas a la veneración pública si las hay (cf. Institutio 277). Lo mismo si preside un presbítero. Pero del cirio que brilla allí durante la cincuentena pascual… ni caso.

Ya sé… ya sé que os da pena… Tan bonito, estilizado, colorido, decorado… Ah, querido lector, pero te olvidas de algo muy importante: su humildad. Y por ser humilde el cirio pascual está contento de brillar sin que nadie le eche incienso… y que vaya para el altar y para el Señor del altar. ¡Qué majo! ¡Con razón es pascual!

Jaume González Padrós
(Flash litúrgico)

Repertorio para la Vigilia Pascual

Cada celebración litúrgica tiene su propio "repertorio" que encontramos en los libros litúrgicos, en el caso de la Misa en el Leccionario y el Misal; como es muy posible que no todos conozcan las antífonas musicalizadas ofrezco primero los textos litúrgicos que deberían ser cantados y a continuación una posible selección de cantos, los cuales los encontraréis también mensualmente en la Revista Misa Dominical del CPL. Las iniciales corresponden a: MD (Cantoral de Misa Dominical); CLN (Cantoral Litúrgico Nacional); LS (Libro del Salmista); GR (Graduale Romanum).

Partiendo de que el Ordinario de la Misa debe ser siempre el texto oficial (Señor ten piedad, Gloria, Credo, Santo y Cordero de Dios)... me detendré solo en las partes del Propio de la Misa, teniendo en cuenta los textos del Misal y del LeccionarioPara facilitar la accesibilidad a los cantos los enlazaré a youtube, aunque soy consciente que la calidad interpretativa en la gran mayoría de los casos deja mucho que desear.


I. LUCERNARIO

Esta noche es la gran fiesta del año, la que da sentido a nuestra fe. En esta noche santa encendemos el fuego que irrumpe en la oscuridad y da paso a la luz de Jesucristo que nosotros seguimos tomando luz de su luz.


Procesión

El diácono o el sacerdote, elevando el cirio pascual encendido canta en la puerta de la iglesia la aclamación correspondiente que repetirá también en el centro de la iglesia y a los pies del altar:

- Luz de Cristo. Demos gracias a Dios (Misal Romano)




Pregón Pascual

El Pregón Pascual debe ser anunciado por un diácono o un sacerdote; si por necesidad debe ser anunciado por un laico omite las palabras: Por eso, queridos hermanos, hasta el fin de la invitación, y el saludo: El Señor esté con vosotros.

- Pregón Pascual (largo) - Misal Romano

- Pregón Pascual (breve) - Misal Romano


II. LITURGIA DE LA PALABRA


A continuación, serenamente, se escucha la palabra de Dios, que en este día hace un recorrido por toda la historia de la salvación con una estructura fija: Lectura / Salmo responsorial / Oración.

1ª Lect.: Gen 1 - Salmo: Envía tu espíritu, Señor. LS/ MD 135 / CLN D38

2ª Lect.: Gen 22 - Salmo: Protégeme Dios mío que me refugio en ti. LS/ MD 135
3ª Lect.: Ex 14 - Salmo: Cantaré al Señor gloriosa es su victoria. LS/ MD 137
4ª Lect.: Is 54 - Salmo: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. LS/ MD 139 / CLN D41
5ª Lect.: Is 55 - Salmo: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. LS/ MD 147
6ª Lect.: Bar 3 - Salmo: Señor, tú tienes palabras de vida eterna. LS/ MD 138 / CLN D43
7ª Lect.: Ez 36 - Salmo: Como busca la cierva corrientes de agua. LS/ MD 148


Entre las lecturas del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se entona el Gloria (siempre con el texto litúrgico) mientras se tañen las campanas, se ilumina la iglesia y se encienden las velas del altar, como si la luz irrumpiese definitivamente en la oscuridad de la noche, porque Cristo ha irrumpido así en la historia. El Gloria nos recuerda ese misterio de la encarnación, finalizado este se canta la Oración Colecta y a continuación se proclama la epístola de san Pablo a los Romanos. 

Acabada la epístola, todos se levantan, y el sacerdote entona solemnemente por tres veces, elevando gradualmente el tono de la voz, el Aleluya pascual.

- Aleluya Pascual (Misal Romano)

Después, el salmista o cantor proclama el salmo 117, y el pueblo intercala Aleluya en cada una de sus estrofas.

Si no se conoce este "Aleluya" que ofrece el Misal, se puede hacer con otro, intercalando los versículos del salmo 117: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia...". 


Después de la proclamación solemne del Evangelio y de una breve homilía comienza la...

III. LITURGIA BAUTISMAL

La liturgia bautismal es la tercera parte de la Vigilia. La pascua de Cristo y nuestra se celebra ahora en el sacramento. Esto se manifiesta más plenamente en aquellas Iglesias que poseen la fuente bautismal, y más aún cuando tiene lugar la iniciación cristiana de adultos, o al menos el bautismo de niños. Aun en el caso en que no haya bautizos en las iglesias parroquiales se hace la bendición del agua bautismal. Si esta bendición no se hace en la fuente bautismal sino en el presbiterio, el agua bautismal debe ser trasladada después al baptisterio, donde será conservada durante todo el tiempo pascual. Donde no hayan bautizos ni se deba bendecir el agua bautismal, hágase la bendición del agua para la aspersión de la asamblea, a fin de recordar el bautismo.

Carta circular sobre las fiestas pascuales (1988), n. 88.

A la luz de esta aclaración la bendición del agua bautismal y la bendición del agua común son excluyentes. En el primer caso, es decir, de haber bautismos esa noche o durante la cincuentena pascual, se comenzaría con el canto de las Letanías de los santos (Misal Romano). Y en el caso de ir en procesión al baptisterio para realizar el bautismo se puede entonar Vi que manaba agua o un canto similar.

Renovación de las promesas bautismales

Acabado el rito del bautismo, o después de la bendición del agua común, si no hubo bautismos, todos de pie y con las velas encendidas en sus manos renuevan las promesas del bautismo. En este momento se podría cantar las respuestas a los artículos de la fe: Si, creo o en latín Credo, amen.



Aspersión al pueblo

El sacerdote asperja al pueblo con agua bendita, mientras todos cantan:

Antífona
Vi que manaba agua del lado derecho del templo, aleluya.

Y habrá vida dondequiera que llegue la corriente y cantarán:
Aleluya, aleluya.

- Vidi aquam (gregoriano) GR 708 / MD 93-2 / CLN A82 


Se puede cantar otro canto de índole bautismal.

- Un solo señor (L. Deiss) MD 5-1 / CLN 708

IV. LITURGIA EUCARÍSTICA

Ofertorio o presentación de dones

La antífona de ofertorio que propone el Graduale Romanum para esta celebración es:


Pero si el coro tiene cualidades podría interpretar en este momento un motete polifónico; o el organista una obra apropiada. En ambos casos debe ajustarse a la duración del ofertorio y, por supuesto, al contexto celebrativo. 

Comunión

Antífona de comunión  (Cf. 1 Cor 5, 7-8)

Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebremos con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya.


El Graduale Romanum propone también alternar el canto de un aleluya con los versículos del salmo 33: "Gustad y ved qué bueno es el Señor...". 

Si no se conoce ninguna de estas alternativas también se podría entonar un canto pascual:

- Cristo resucitó (Conferencia Episcopal) MD 351-1 / CLN A13 
- El Señor resucitó (T. Aragües) CLN 204; 
- Cantad al Señor (T. Vaquero - J. Herrer) MD 365 / CLN 757.

Finalmente el sacerdote o el diácono despide a la asamblea cantando





* Si alguna persona conoce otras versiones musicalizadas de estos textos litúrgicos puede incluirlas en los comentarios para enriquecer el repertorio.


Repertorio para el Viernes Santo



Cada celebración litúrgica tiene su propio "repertorio" que encontramos en los libros litúrgicos, en el caso de la Misa en el Leccionario y el Misal; como es muy posible que no todos conozcan las antífonas musicalizadas ofrezco primero los textos litúrgicos que deberían ser cantados y a continuación una posible selección de cantos, los cuales los encontraréis también mensualmente en la Revista Misa Dominical del CPL. Las iniciales corresponden a: MD (Cantoral de Misa Dominical); CLN (Cantoral Litúrgico Nacional); LS (Libro del Salmista); GR (Graduale Romanum). 

Tendré presentes los textos del Misal y del Leccionario, y enlazaré los cantos a vídeos de youtube, aunque soy consciente que la calidad interpretativa en la gran mayoría de los casos deja mucho que desear.

El día de Viernes Santo no se celebra la Eucaristía, todo gira entorno a la Palabra y a la adoración de la Cruz. Quizás hoy más que nuca el silencio adquiera un mayor protagonismo, ya que el mismo silencio con el que finalizaba la liturgia del Jueves Santo lo encontramos al inicio de la celebración de la Pasión del Señor, momento en el que todos nos arrodillamos mientras el sacerdote se postra en el suelo frente a un altar completamente desnudo. Comenzando directamente con la Oración Colecta y, a continuación, la Liturgia de la Palabra.

Salmo responsorial


- Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu, LS / MD 134 / CLN D37.

Versículo antes del evangelio


V. Cristo se ha hecho por nosotros obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre. 

- Tanto amó Dios al mundo, MD 157 / CLN D18.

Mostración de la  Santa Cruz




Adoración de la  Santa Cruz

El Misal propone una serie de cantos para este momento:

Antífona
Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos.
Por el madero ha venido la alegría al mundo entero.



Improperios
¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.

- Improperia (gregoriano) GR176


Himno
¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!



Si no se conoce ninguno de estos cantos u otros con el texto litúrgico pero con otra musicalización, siempre se puede entonar un canto que evoque la centralidad de la Cruz de Cristo, como por ejemplo:

- Ved la cruz de salvación, MD 335-1 / CLN 103

La 3ª edición del Misal Romano en español añade esta rúbrica: Teniendo en cuenta las condiciones del lugar y las tradiciones del pueblo, según la oportunidad pastoral, se puede cantar el Stabat Mater, según el Gradual Romano, u otro canto apropiado en memoria de la compasión de la bienaventurada Virgen María.

O si el coro tiene la capacidad de interpretar obras de polifonía clásica puede cantar, entre otros:


Comunión

En este día no se propone una Antífona de comunión propia. La rúbrica del Misal nos indica que se puede cantar el Salmo 21: Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?

Si el coro goza de las cualidades necesarias para interpretar un motete puede utilizar, por ejemplo, Domine Iesu Christe (Melchor Robledo, 1510-1586) u otro similar.

La celebración debe finalizar sin bendición y en silencio.



* Si alguna persona conoce otras versiones musicalizadas de estos textos litúrgicos puede incluirlas en los comentarios para enriquecer este repertorio.






Repertorio para el Jueves Santo



Cada celebración litúrgica tiene su propio "repertorio" que encontramos en los libros litúrgicos, en el caso de la Misa en el Leccionario y el Misal; como es muy posible que no todos conozcan las antífonas musicalizadas ofrezco primero los textos litúrgicos que deberían ser cantados y a continuación una posible selección de cantos, los cuales los encontraréis también mensualmente en la Revista Misa Dominical del CPL. Las iniciales corresponden a: MD (Cantoral de Misa Dominical); CLN (Cantoral Litúrgico Nacional); LS (Libro del Salmista); GR (Graduale Romanum).

Partiendo de que el Ordinario de la Misa debe ser siempre el texto oficial (Señor ten piedad, Gloria, Credo, Santo y Cordero de Dios)... me detendré solo en las partes del Propio de la Misa, teniendo presentes los textos del Misal y del LeccionarioPara facilitar la accesibilidad a los cantos los enlazaré a youtube, aunque soy consciente que la calidad interpretativa en la gran mayoría de los casos deja mucho que desear.


El Jueves Santo es el pórtico del Triduo Pascual, tal y como se indica en el Misal Romano, reuniéndonos para recordar y celebrar la última cena de Jesús con sus discípulos. Su último encuentro con ellos antes de la pasión. Un encuentro que quiere resumir el sentido de todo lo que está a punto de ocurrir: su entrega hasta la muerte; y en el que recordamos: 1) la institución de la Eucaristía; 2) el Sacramento del orden; 3) el mandato del Señor sobre la Caridad fraterna. Este día se canta el Gloria y, mientras, se pueden tañer las campanas, que no volverán a sonar hasta la Solemne Vigilia Pascual. Existe una antigua tradición que después del Gloria el organista cerraba la consola del órgano y este no volvía a sonar hasta el Gloria de la Vigilia Pascual.

Procesión de entrada

Antífona de entrada (Cf. Ga 6, 14)

Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, por él hemos sido salvados y liberados.

- Nos autem (gregoriano) GR 162

Nosotros hemos de gloriarnos (F. Palazón) MD 342 (942) / CLN 163

Salmo responsorial



Versículo antes del evangelio 


Lavatorio de los pies 

El Misal propone para este momento el canto de hasta siete antífonas diferentes:

Antífona 1 - Cf. Jn 13, 4. 5. 15

El Señor, después de levantarse de la Cena, echó agua en la jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos. Éste fue el ejemplo que les dejó.

- Postquam surrexit (gregoriano) GR 164

Antífona 2 - Cf. Jn 13, 12. 13. 15

El Señor Jesús, después de haber cenado con sus discípulos, les lavó los pies y les dijo: «Comprendéis lo que yo, Señor y Maestro, he hecho con vosotros? Os he dado ejemplo para que vosotros también lo hagáis».

- Dominus Iesus (gregoriano) GR 165

Antífona 3 - Jn 13, 6. 7. 8

R/. Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
Jesús le contestó: «Si no te lavo los pies, no tienes parte conmigo».
V/. Llegó a Simón Pedro y éste le dice: R/.
V/. «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo comprenderás más tarde». R/.

- Domine, tu mihi lavas pedes? (gregoriano) GR 165

Antífona 4 - Cf. Jn 13, 14

Si yo, vuestro Señor y Maestro, os he lavado los pies, cuánto más vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.

- Si ego Dominus (gregoriano) GR 166

Antífona 5 - Cf. Jn 13, 35

R/. «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».
V/. Dijo Jesús a sus discípulos: R/.

- In hoc cognoscent omnes (gregoriano) GR 166

Antífona 6 - Cf. Jn 13, 34

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado, dice el Señor.

- Mandatum novum do vobis (gregoriano) GR 167

Antífona 7 - Cf. 1 Cor 13, 13

Permanezcan en vosotros la fe, la esperanza, el amor, estas tres: la más grande es el amor.

- Maneant in vobis (gregoriano) GR 167



Si no se conoce ninguna de estas antífonas se podría cantar en lugar de la sexta o de la séptima uno de estos cantos:

- Si me falta el amor, CLN 741.

Ofertorio o presentación de dones 

El Misal Romano solo conserva una antífona de ofertorio y es la de la celebración del Jueves Santo, por ello, si algún debemos cantar en el ofertorio es este.


Al comienzo de la liturgia eucarística se puede organizar una procesión de los fieles en la cual, con el pan y el vino, se pueden presentar dones para los pobres. Mientras tanto se canta el siguiente himno u otro canto apropiado.

Ant. Ubi cáritas est vera, Deus ibi est.


- Donde hay caridad y amor (J. Madurga), MD 179 (779) / CLN O26.

O alguna de las obras polifónicas que se pueden encontrar de polifonía clásica o incluso moderna, por ejemplo: Duruflé, Bartolucci, Rutter, Lauridsen, Gjeilo...

Comunión

La antífona de comunión del día de hoy es eminentemente eucarística: 

Antífona de comunión - Cf. 1 Cor 11, 24-25
Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, dice el Señor; haced esto, cada vez que lo bebáis, en memoria mía.

- En la fracción del pan (A. Taulé) 167 (767) / CLN O5.

Si el coro tiene la capacidad de interpretar obras polifónicas puede cantar, entre otros:
- Hoc Corpus (Melchor Robledo, 1510-1586)

Traslado del Santísimo Sacramento

Tal y como indica la rúbricra del Misal, lo más apropiado durante el traslado del Santísimo  es cantar la primera parte del himno eucarístico *Pange lingua, CLN O2 o Que la lengua humana, MD 164 (764) / CLN O15, O33; y una vez en el lugar de la reserva la última parte *Tamtum ergo o Adorad postrados; si no se conocen estos himnos pueden utilizarse otros cantos de carácter eucarístico como Cantemos al amor de los amores, MD 183 (783) / CLN O8.

La celebración finaliza sin bendición y en silencio.


* Si alguna persona conoce otras versiones musicalizadas de estos textos litúrgicos puede incluirlas en los comentarios para enriquecer este repertorio.



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