Hace pocos días la S.A.M.I. Catedral de Santiago informaba de que daban comienzo las labores de restauración del órgano. Con esta restauración se recuperará la sonoridad y la funcionalidad del instrumento, que en la actualidad sufre un importante deterioro debido a su uso prolongado. El proyecto de restauración será realizado por la empresa italiana Famiglia Vicenzo Mascioni, una compañía especializada en la construcción y restauración de órganos desde 1829 y que, precisamente, construyó el actual órgano de la Catedral en 1978 conservando las cajas barrocas del instrumento original. (Leer más sobre esta noticia)
Esta noticia debe llenarnos de alegría porque con esta intervención no solo se contribuye a poner en valor nuestro patrimonio cultural (musical), sino que se apunta hacia más arriba, hacia un sentido teológico y litúrgico... poniendo en práctica el expreso deseo del Concilio Vaticano II:
"Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales" (Sacrosanctum Concilium, 120).
El órgano es una mediación entre el hombre y Dios, así nos lo ha recordado hace pocos años el Papa Benedicto XVI:
"El órgano, desde siempre y con razón, se considera el rey de los instrumentos musicales, porque recoge todos los sonidos de la creación y da resonancia a la plenitud de los sentimientos humanos, desde la alegría a la tristeza, desde la alabanza a la lamentación. Además, trascendiendo la esfera meramente humana, como toda música de calidad, remite a lo divino. La gran variedad de los timbres del órgano, desde el piano hasta el fortísimo impetuoso, lo convierte en un instrumento superior a todos los demás. Es capaz de dar resonancia a todos los ámbitos de la existencia humana. Las múltiples posibilidades del órgano nos recuerdan, de algún modo, la inmensidad y la magnificencia de Dios" (Benedicto XVI - Ratisbona, 13 de septiembre de 2006).
La restauración del órgano de la Catedral también puede ser un estímulo para cuidar y valorar lo que hemos heredado de nuestros predecesores. La tradición musical se ha mantenido viva en la Iglesia durante siglos, ahora nos toca a nosotros pasar el testigo.
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