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¿Se inciensa el cirio pascual?


Sí, ma non troppo. Un poquito. Bueno… casi nada. Es decir, no, mire, que no. A ver si nos explicamos…

Hace unos días un simpático e inteligente colega me preguntó al respecto sobre el tema, dado que le habían llegado preguntas sobre ello, y algunas con afirmaciones añadidas algo desconcertantes.

Y dado que no habíamos dedicado ningún flash a esta cuestión, desde aquí nos pusimos manos a la obra, es decir, manos a los libros litúrgicos para ver cuándo hay que incensar el apreciado cirio.

Buscamos y rebuscamos… y… ¡qué sorpresa! Nada. Bueno, nada no. En realidad, según el misal y el mismísimo Ceremonial de los Obispos (firmes, ¡ar!), solo se le inciensa antes del canto del Exultet en la Vigilia pascual.

Fuera de esta celebración no hay indicación alguna de que se deba prestar atención al cirio pascual durante las celebraciones litúrgicas, ya sean estas presididas por el obispo o por un presbítero.

Sabemos que se inciensa con tres movimientos dobles del turíbulo (Institutio del Misal 277), y que recibe este honor en el momento antes indicado, según consta en la rúbrica del misal y en el mismo Ceremonial de los Obispos (cf. 345).

Pero, como decimos, aparte de esto, en ninguna otra celebración, ni siquiera en la misa del mismo día de pascua, la cual debe ser celebrada según el modelo de la misa estacional. Así, cuando el obispo llega al presbiterio inciensa el altar y la cruz (cf. Ceremonial 131), como también las imágenes expuestas a la veneración pública si las hay (cf. Institutio 277). Lo mismo si preside un presbítero. Pero del cirio que brilla allí durante la cincuentena pascual… ni caso.

Ya sé… ya sé que os da pena… Tan bonito, estilizado, colorido, decorado… Ah, querido lector, pero te olvidas de algo muy importante: su humildad. Y por ser humilde el cirio pascual está contento de brillar sin que nadie le eche incienso… y que vaya para el altar y para el Señor del altar. ¡Qué majo! ¡Con razón es pascual!

Jaume González Padrós
(Flash litúrgico)

Repertorio para la Vigilia Pascual

Cada celebración litúrgica tiene su propio "repertorio" que encontramos en los libros litúrgicos, en el caso de la Misa en el Leccionario y el Misal; como es muy posible que no todos conozcan las antífonas musicalizadas ofrezco primero los textos litúrgicos que deberían ser cantados y a continuación una posible selección de cantos, los cuales los encontraréis también mensualmente en la Revista Misa Dominical del CPL. Las iniciales corresponden a: MD (Cantoral de Misa Dominical); CLN (Cantoral Litúrgico Nacional); LS (Libro del Salmista); GR (Graduale Romanum).

Partiendo de que el Ordinario de la Misa debe ser siempre el texto oficial (Señor ten piedad, Gloria, Credo, Santo y Cordero de Dios)... me detendré solo en las partes del Propio de la Misa, teniendo en cuenta los textos del Misal y del LeccionarioPara facilitar la accesibilidad a los cantos los enlazaré a youtube, aunque soy consciente que la calidad interpretativa en la gran mayoría de los casos deja mucho que desear.


I. LUCERNARIO

Esta noche es la gran fiesta del año, la que da sentido a nuestra fe. En esta noche santa encendemos el fuego que irrumpe en la oscuridad y da paso a la luz de Jesucristo que nosotros seguimos tomando luz de su luz.


Procesión

El diácono o el sacerdote, elevando el cirio pascual encendido canta en la puerta de la iglesia la aclamación correspondiente que repetirá también en el centro de la iglesia y a los pies del altar:

- Luz de Cristo. Demos gracias a Dios (Misal Romano)




Pregón Pascual

El Pregón Pascual debe ser anunciado por un diácono o un sacerdote; si por necesidad debe ser anunciado por un laico omite las palabras: Por eso, queridos hermanos, hasta el fin de la invitación, y el saludo: El Señor esté con vosotros.

- Pregón Pascual (largo) - Misal Romano

- Pregón Pascual (breve) - Misal Romano


II. LITURGIA DE LA PALABRA


A continuación, serenamente, se escucha la palabra de Dios, que en este día hace un recorrido por toda la historia de la salvación con una estructura fija: Lectura / Salmo responsorial / Oración.

1ª Lect.: Gen 1 - Salmo: Envía tu espíritu, Señor. LS/ MD 135 / CLN D38

2ª Lect.: Gen 22 - Salmo: Protégeme Dios mío que me refugio en ti. LS/ MD 135
3ª Lect.: Ex 14 - Salmo: Cantaré al Señor gloriosa es su victoria. LS/ MD 137
4ª Lect.: Is 54 - Salmo: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. LS/ MD 139 / CLN D41
5ª Lect.: Is 55 - Salmo: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. LS/ MD 147
6ª Lect.: Bar 3 - Salmo: Señor, tú tienes palabras de vida eterna. LS/ MD 138 / CLN D43
7ª Lect.: Ez 36 - Salmo: Como busca la cierva corrientes de agua. LS/ MD 148


Entre las lecturas del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se entona el Gloria (siempre con el texto litúrgico) mientras se tañen las campanas, se ilumina la iglesia y se encienden las velas del altar, como si la luz irrumpiese definitivamente en la oscuridad de la noche, porque Cristo ha irrumpido así en la historia. El Gloria nos recuerda ese misterio de la encarnación, finalizado este se canta la Oración Colecta y a continuación se proclama la epístola de san Pablo a los Romanos. 

Acabada la epístola, todos se levantan, y el sacerdote entona solemnemente por tres veces, elevando gradualmente el tono de la voz, el Aleluya pascual.

- Aleluya Pascual (Misal Romano)

Después, el salmista o cantor proclama el salmo 117, y el pueblo intercala Aleluya en cada una de sus estrofas.

Si no se conoce este "Aleluya" que ofrece el Misal, se puede hacer con otro, intercalando los versículos del salmo 117: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia...". 


Después de la proclamación solemne del Evangelio y de una breve homilía comienza la...

III. LITURGIA BAUTISMAL

La liturgia bautismal es la tercera parte de la Vigilia. La pascua de Cristo y nuestra se celebra ahora en el sacramento. Esto se manifiesta más plenamente en aquellas Iglesias que poseen la fuente bautismal, y más aún cuando tiene lugar la iniciación cristiana de adultos, o al menos el bautismo de niños. Aun en el caso en que no haya bautizos en las iglesias parroquiales se hace la bendición del agua bautismal. Si esta bendición no se hace en la fuente bautismal sino en el presbiterio, el agua bautismal debe ser trasladada después al baptisterio, donde será conservada durante todo el tiempo pascual. Donde no hayan bautizos ni se deba bendecir el agua bautismal, hágase la bendición del agua para la aspersión de la asamblea, a fin de recordar el bautismo.

Carta circular sobre las fiestas pascuales (1988), n. 88.

A la luz de esta aclaración la bendición del agua bautismal y la bendición del agua común son excluyentes. En el primer caso, es decir, de haber bautismos esa noche o durante la cincuentena pascual, se comenzaría con el canto de las Letanías de los santos (Misal Romano). Y en el caso de ir en procesión al baptisterio para realizar el bautismo se puede entonar Vi que manaba agua o un canto similar.

Renovación de las promesas bautismales

Acabado el rito del bautismo, o después de la bendición del agua común, si no hubo bautismos, todos de pie y con las velas encendidas en sus manos renuevan las promesas del bautismo. En este momento se podría cantar las respuestas a los artículos de la fe: Si, creo o en latín Credo, amen.



Aspersión al pueblo

El sacerdote asperja al pueblo con agua bendita, mientras todos cantan:

Antífona
Vi que manaba agua del lado derecho del templo, aleluya.

Y habrá vida dondequiera que llegue la corriente y cantarán:
Aleluya, aleluya.

- Vidi aquam (gregoriano) GR 708 / MD 93-2 / CLN A82 


Se puede cantar otro canto de índole bautismal.

- Un solo señor (L. Deiss) MD 5-1 / CLN 708

IV. LITURGIA EUCARÍSTICA

Ofertorio o presentación de dones

La antífona de ofertorio que propone el Graduale Romanum para esta celebración es:


Pero si el coro tiene cualidades podría interpretar en este momento un motete polifónico; o el organista una obra apropiada. En ambos casos debe ajustarse a la duración del ofertorio y, por supuesto, al contexto celebrativo. 

Comunión

Antífona de comunión  (Cf. 1 Cor 5, 7-8)

Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebremos con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya.


El Graduale Romanum propone también alternar el canto de un aleluya con los versículos del salmo 33: "Gustad y ved qué bueno es el Señor...". 

Si no se conoce ninguna de estas alternativas también se podría entonar un canto pascual:

- Cristo resucitó (Conferencia Episcopal) MD 351-1 / CLN A13 
- El Señor resucitó (T. Aragües) CLN 204; 
- Cantad al Señor (T. Vaquero - J. Herrer) MD 365 / CLN 757.

Finalmente el sacerdote o el diácono despide a la asamblea cantando





* Si alguna persona conoce otras versiones musicalizadas de estos textos litúrgicos puede incluirlas en los comentarios para enriquecer el repertorio.


¿Cómo retirar el cirio pascual?



El cirio pascual es uno de los signos más importantes de la Pascua. Durante este tiempo litúrgico –que ya llega a su término–  nos ha acompañado llameante junto al ambón de cada una de nuestras iglesias. Sin embargo, al finalizar el tiempo de Pascua este próximo domingo de Pentecostés, la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramento nos recuerda: “El cirio pascual debe encenderse en todas las celebraciones litúrgicas del tiempo de Pascua hasta el domingo de Pentecostés. Después ha de trasladarse al bautisterio y mantenerlo con todo honor, para encender en él el cirio de los nuevos bautizados. En las exequias, el cirio pascual se ha de colocar junto al féretro, para indicar que la muerte del cristiano es su propia Pascua. El cirio pascual, fuera del tiempo pascual, no ha de encenderse ni permanecer en el presbiterio”. (Carta sobre la preparación y celebración de las fiestas pascuales, n. 99).

Dicho esto, aunque no exista un "rito para el apagado del cirio pascual", puede ser muy oportuno pastoralmente que en la última misa del día de Pentecostés (si no se celebran las II vísperas) se haga una clara referencia catequético-litúrgica a la conclusión del tiempo pascual y, para ello, después de la bendición, podemos apagarlo a la vista de todos los fieles o incluso llevar en procesión el cirio pascual al bautisterio –donde permanecerá durante todo el año– y una vez allí se apaga.  

Siendo de un modo u otro, se debe explicar a los fieles que el cirio siempre estará presente y llameante cada vez que se celebre el sacramento del Bautismo o una celebración de exequias. 




Veni, Sancte Spiritus

En la liturgia del "Domingo de Pentecostés" (cincuenta días después del Domingo de Pascua) hacemos memoria de lo narrado al comienzo del capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo sitio, y de repente sonó desde el cielo un fragor como de viento que irrumpe impetuoso, y llenó toda la casa donde estaban; y se les dejaron ver unas lenguas como de fuego, que se iban repartiendo y se posaron sobre cada uno de ellos, y todos se llenaron de Espíritu Santo.

Esta celebración tiene una "peculiaridad" musical, la secuencia Veni, Sancte Spiritus. En otras ocasiones hemos hablado de las cinco secuencias que después de la reforma litúrgica han permanecido en nuestras celebraciones; por eso hoy me gustaría destacar también este hermoso texto de carácter lírico del siglo XII que se introduce en la liturgia de la Palabra y en el que la Iglesia invoca y pide la asistencia del Espíritu Santo. Esta secuencia, aún no siendo obligatoria, si se dispone de los medios necesarios, debería ser cantada antes del aleluya y de la proclamación del evangelio.


A lo largo de la historia se han hecho sobre el mismo texto - a veces con algunas licencias - nuevas composiciones musicales. En el siglo XVI, Orlando di Lasso, uno de los grandes polifonistas del Renacimiento musicalizaba el poema Veni, Sancte Spiritus de un modo muy característico de su época, polifonía a capella  en continua sucesión de fugas.


W. A. Mozart, en el siglo XVIII realizaba una magnífica obra para coro a cuatro voces y orquesta, en la que se reconoce al autor perfectamente desde el primer acorde de la orquesta. El "Aleluya. Amén" (presto) del final no deja indiferente a nadie.


Pero uno se puede preguntar: ¿y qué se hace hoy? En muchas parroquias sencillamente se lee, en otras se musicaliza el texto en castellano o en la lengua de cada región... pero en otros lugares que tienen más medios y sobre todo la voluntad de hacer una liturgia solemne, bella y participativa intentan transmitir con la música y el canto el "fuego del Espíritu" con una perfecta armonía en diálogo: órgano, coro polifónico y asamblea. 







(Leer texto de la secuencia y su traducción)

Regina Caeli. 20 Versiones.


En este tiempo litúrgico de Pascua es "justo y necesario" hacer alusión a la oración mariana por antonomasia y que sustituye al habitual Angelus durante este tiempo: Regina Caeli.

Como todos los himnos, oraciones o salmos latinos también el Regina caeli recibe su nombre por las palabras con las que comienza:

Regina caeli, laetare, alleluia.
Quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.
+
Alégrate, Reina del cielo, aleluya.
Porque el que mereciste llevar en tu seno, aleluya.
Ha resucitado, según predijo, aleluya.
Ruega por nosotros a Dios, aleluya.

Desde el siglo X tenemos constancia de su uso en la liturgia. Es una de las oraciones marianas más antiguas que a día de hoy sigue siendo muy utilizada en su forma gregoriana, sobre todo en su tonus simplex.



Aunque también existe en Tonus sollemnis.




Como en muchas otras ocasiones... son numerosos los compositores que tomando el texto han dado rienda suelta a su creatividad e inspiración:


Regina caeli (a 12), N. Gombert (c.1495 - c.1560)




Regina caeli (a 4), G. P. da Palestrina (1525-1594)



Regina caeli (a 8), G. P. da Palestrina (1525-1594)



Regina caeli
(a 8), F. Guerrero (1528-1599)



Regina caeli (a 7), O. di Lasso (1532-1594)



Regina caeli (a 3), W. Bird (1543-1623)



Regina caeli (a 8), T. L. de Victoria (1548-1611)



Regina caeli (a 5), J. P. Sweelinck (1562-1621)



Regina caeli, G. Aichinger (1564-1628)


Regina caeli, J-B. Lully (1632-1687)



Regina caeli, M. Charpentier (1643-1704)



Regina caeli, A. Lotti (1667-1740)



Regina caeli, F. Couperin (1668-1733)



Regina caeli, W. A. Mozart (1756-1791)



Regina caeli, F. Schubert (1797-1828)



Regina caeli, Ch. Gounod (1818-1893)



Regina caeli, J. Brahms (1833-1897)




Regina caeli, M. Frisina (1954)





¿Qué es la Pascua?


Ante la pregunta: ¿qué es la Pascua? podríamos responder algo muy sencillo: para nosotros los cristianos es el tiempo en el que celebramos la resurrección de Jesús. Pero profundicemos un poco más.

La palabra PASCUA la hemos heredado de nuestros hermanos mayores los judíos, los cuales también celebran la Pascua, que para ellos es una cena ritual con cordero asado y panes ácimos... en la que hacen memoria de su liberación de la esclavitud de Egipto, tal y como describe el libro del Éxodo. Por esta razón el nombre de Pascua, en hebreo pésaj (פסח), significa "paso", haciendo alusión a que Yahvé pasó de largo por la puerta de los israelitas en el último castigo inflingido a los egipcios... así como el paso por el Mar Rojo, la entrega de la Ley, es decir, el tránsito de la esclavitud a la libertad.

Jesús, como buen judío, celebró la Pascua... pero le dio un nuevo sentido a este acontecimiento. Ahora el "paso", la Pascua, es el propio Cristo, el cordero pascual, que con su muerte y resurrección ofreció el sacrificio definitivo en la Cruz y consiguió la nueva alianza, la reconciliación de Dios con la humanidad y dio origen a un nuevo pueblo, la Iglesia.

A mediados del siglo II las comunidades cristianas, a parte de celebrar el primer día de la semana (domingo) la pascua semanal, es decir, reunirse en nombre del Señor para escuchar la Palabra y partir el pan; también celebraban una vez al año la fiesta de Pascua, convirtiéndose esta en la fiesta más importante del año. Pero ¿por qué la pascua no es siempre en la misma fecha? Esto tiene mucho que ver con la luna... ya que en el siglo IV, durante el concilio de Nicea (325) se determinó que la pascua se celebrase el domingo siguiente a la primera luna llena de Primavera. Por eso puede caer entre el 22 de marzo o el 25 de abril. 

Aclarado esto, el tiempo litúrgico de la Pascua da comienzo el Domingo de Resurrección, este domingo se prolonga una semana con la "octava de pascua" (como si fuese un domingo que dura una semana): cantamos el gloria, se puede leer la secuencia pascual, nos despedimos con el doble aleluya... etc. Para continuar la fiesta de la resurrección seis semanas más, hasta el Domingo de Pentecostés, que quiere decir 50 días. 

¿Pero por qué 50 días? En primer lugar porque el día que finaliza la Pascua es "Pentecostés", a los 50 días... pero quizás deberíamos pensar primero en el número 7, el cual, en la escritura siempre se ha identificado con la plenitud o la totalidad. 7 son los días que duró la creación, finalizando en sábado, por ello, el octavo día se identifica con la resurrección y también con la nueva creación. En este sentido, la Pascua son 7 semana (7x7), pero la plenitud no llega hasta el día 50 Pentecostés, a través del Espíritu Santo.

Por último, en las celebraciones de Pascua también hay elementos significativos:

1) El color litúrgico en este tiempo para todos los ornamentos es el blanco. 
2) El cirio pascual presente y encendido en todas las celebraciones durante la cincuentena.
3) La aspersión con agua bendita en las celebraciones dominicales sustituye al acto penitencial.
4) Se canta nuevamente el Aleluya. E incluso la antífona del salmo puede sustituirse por  "aleluya".
5) Las flores vuelven a hacerse visibles después de una austera cuaresma


¿Qué significa "Aleluya"?


En nuestra tradición cristiana hemos heredado muchas cosas de nuestros hermanos mayores los judíos, tal y como hemos visto en el post anterior sobre el tiempo de Pascua. Una de esas herencias es mantener en nuestras celebraciones litúrgicas tres palabras en hebreo: amén, hosanna y aleluya. Hoy me detendré en esta última.

La palabra ALELUYA es una aclamación litúrgica que nos une con los judíos ya que aparece en el Antiguo Testamento: en 21 ocasiones en el libro de los Salmos y 1 en  Tobías 13,18; también con Jesús, ya que la palabra "aleluya" la encontramos en el Nuevo Testamento, en el libro del Apocalipsis hasta en 4 ocasiones en el contexto de la descripción que san Juan hace de su visión sobre la liturgia celeste (cf. Ap 19,1-6). Por último, esta palabra también nos une a siglos y siglos de fe cristiana en Oriente y Occidente.

Para profundizar en el verdadero sentido de la palabra "aleluya" debemos partir del original hebreo: הללויה. La primera premisa es que el hebreo se lee derecha a izquierda, por ello, lo primero que vemos al inicio es: Hallel, que significa alabar o alabanza.


El Hallel es un grupo determinado de seis salmos (del 113 al 118) que se cantan en la cena ritual de la Pascua Judía, el Pésaj. Este conjunto de salmos reciben este nombre (Hallel) porque todos ellos son una constante alabanza a Dios por todo lo que ha hecho desde la creación. El mismo Jesús cantó estos salmos en su última cena, tal y como lo indican los evangelios de Mateo y Marcos: "Después de cantar el himno salieron para el monte de los Olivos" (Mt, 26,30; Mc 14,26). Este "himno" es el Hallel.


El siguiente elemento sería la “U”, que es un imperativo plural de segunda persona, y así ya tendrías: HALLELÚ: alabad; y, finalmente, YAH, que es la abreviatura de YAH. En definitiva, ALELUYA significa: “alabad a Dios”.
 
Aunque como acabamos de comprobar el origen apunta a la "alabanza a Dios", esta palabra se ha llegado a identificar también con la alegría, gozo... júbilo; y ya San Agustín decía que cantar con «jubilo» es expresar lo que uno lleva en el corazón y no se puede expresar solo con palabras:

“Cantadle un cántico nuevo, cantadle con maestría" (Sal 32,3). Cantar a Dios con maestría consiste en esto: cantar con júbilo. ¿Qué significa cantar con júbilo? Comprender y no saber explicar con palabras lo que canta el corazón. Aquellos que cantan durante la cosecha, o la vendimia, o durante cualquier trabajo intenso, primero advierten el placer provocado por las palabras del canto, pero enseguida, cuando la emoción crece, sienten que no puede expresarla más en palabras y entonces se entregan a la sola modulación de notas. Este canto lo llamamos con «júbilo». El júbilo es cierto cántico o sonido con el cual se significa que el corazón ha dado a luz lo que no puede expresar o decir”. (San Agustín. In Ps. 32,  Enar II, Sermo I, 8)

Ese arrobamiento que Agustín denomina «jubilus» pasó a identificarse en el canto gregoriano con los largos melismas que se extienden sobre una sola sílaba, principalmente en el «Aleluya», sobre la sílaba «YA» –curiosamente la abreviatura hebrea del nombre Dios– . Este «júbilo» o «jubilus» significa el canto gratuito, el gozo de cantar a Dios que no se agota en las palabras y en su comprensión, sino que se extiende en el gozo del cantar a su Señor, expresándose en un lenguaje casi trascendental, donde sombran incluso las palabras.

En la Misa el «Aleluya» tiene un lugar privilegiado como aclamación en el momento culmen de la liturgia de la Palabra, justo antes de proclamar el Evangelio. El propio Misal dice que esta aclamación constituye de por sí un rito o un acto  (OGMR, n. 37) con el que los fieles acogen y saludan al Señor que va a hablarles. Se podría describir así: todos en pie, se entona el Aleluya, se pone el incienso, el diácono pide la bendición y después, tomando el Evangeliario del altar, va en procesión, con cirios e incienso, hasta el ambón… la mesa de la Palabra, hacia donde todos nosotros dirigimos nuestra mirada porque es el mismo Cristo el que nos va a hablar.

Dicho esto, quizás sea importante recordar algunas cuestiones más prácticas:

1. El Aleluya tiene un profundo significado, el cual se subraya durante el tiempo de Pascua ya desde el inicio: con la entonación solemne en la Vigilia Pascual del Aleluya, justo después de la Epístola; la posibilidad de sustituir la antífona del salmo responsorial por un Aleluya; la despedida del pueblo con el doble Aleluya durante la octava de Pasuca y el día de Pentecostés. Había que incluir un largo etcétera sobre el uso del Aleluya en la Liturgia de las Horas durante el tiempo Pascual.

2. El canto del Aleluya, por su carácter gozoso, consiste precisamente en esto… en cantar repetidamente y con alegría la palabra Aleluya, sin añadir nada más. Así aparece cada día del año (excepto en Cuaresma) en las indicaciones del propio Leccionario: R/. Aleluya, Aleluya, Aleluya.

3. A la aclamación «Aleluya» le sigue el versículo propio del día, el cual, como el Aleluya, si no se canta, es preferible omitirlo (cf. OGMR, n. 63c; OLM, n. 23). Aunque literalmente el texto dice: El Aleluya o el versículo antes del Evangelio, si no se canta, puede omitirse, es obvio que tanto el Aleluya como el versículo deben ser cantados por su propio carácter festivo y porque las 17 veces que se menciona la OGMR (nn. 37, 43, 61, 62, 63, 64, 131, 132, 175, 212, 261) siempre va acompañado por la expresión: se canta..., se entona..., el canto del Aleluya..., ...u otro canto, etc. En definitiva, este momento "constituye de por sí un rito o un acto" (OGMR, n. 37) en el que el salmista o el cantor –después de cantar el Aleluya junto con el coro y la asamblea– ahora entona el versículo a modo de anuncio de lo que los fieles escucharán por boca del diácono o del sacerdote en la proclamación del Evangelio. De ahí que la rúbrica de la OGMR, n. 63c diga finalmente: si no se canta, puede omitirse, porque lo suyo es que se cante y si no se canta es preferible no leerlo porque se desvirtúa el profundo sentido de gozo que tiene esta aclamación, tal y como acabamos de explicar. A eso se le suma que leer el versículo no aportaría nada (al no ser cantado) porque el diácono o el sacerdote, unos segundos después, lo proclamará en el evangelio, ya que normalmente el versículo del Aleluya es eso, un "versículo" del Evangelio que sigue a continuación.

4. El Aleluya se canta durante todo el año litúrgico, excepto en Cuaresma. Es decir, no se limita solo al tiempo de Pascua.

5. En los funerales también se debe cantar el Aleluya –siempre que no sea cuaresma– porque este canto es la expresión gozosa de nuestra fe en Cristo resucitado, el cual ha vencido a la muerte. 



Prefacio de Pentecostés


Prefacio

EL MISTERIO DE PENTECOSTÉS

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Pues, para llevar a plenitud el Misterio pascual,
enviaste hoy el Espíritu Santo
sobre los que habías adoptado como hijos
por la encarnación de tu Unigénito.

El Espíritu que,
desde el comienzo de la Iglesia naciente,
infundió el conocimiento de Dios en todos los pueblos
y reunió la diversidad de lenguas
en la confesión de una misma fe.

Por eso,
con esta efusión de gozo pascual,
el mundo entero se desborda de alegría,
y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles,
cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo...




Veni Creator

En este mismo blog puedes ver la entrada sobre la secuencia de la misa del día de Pentecostés: Veni Sancte Spiritus, pero quizás sea más conocido todavía el antiguo himno atribuido a Rábano Mauro (siglo IX): Veni Creator.

Se trata de un himno de carácter poético dedicado al Espíritu Santo. Normalmente es interpretado en Liturgia de las Horas, concretamente como himno de las II vísperas de Pentecostés. Su interpretación más conocida es en gregoriano y como casi todos los himnos de la Liturgia de las Horas tiene un carácter silábico-semiornamentado, por eso es tan fácil de cantar. Esta es la versión que aparece en el Liber Usualis. Misa et officii (1944) e interpretado por la Schola Cantorum del Seminario Compostelano, obviamente no es la mejor interpretación posible... pero me recuerda mis años de formación en este seminario.



Pero su uso no se reduce a las vísperas de pentecostés, sino que va mucho más allá. Seguro que más de uno tiene en mente las imagines que han dado la vuelta al mundo del Colegio Cardenalicio entonando este himno en la Capilla Sixtina pidiendo la intercesión del Espíritu Santo ante la responsabilidad de elegir a un nuevo Papa.


Otro momento reservado para este hermoso himno es la ordenación episcopal, justo después de la proclamación del Evangelio, al iniciar la liturgia de la ordenación con la presentación y  promesa del elegido (OVPD 36 [35]). A modo de curiosidad... en la Segunda Edición typica de 1990 se suprimió este himno del rito de ordenación presbiteral, por eso queda reservado para la ordenación episcopal. 



Prefacio IV de Pascua






PREFACIO PASCUAL IV

LA RESTAURACIÓN DEL UNIVERSO POR EL MISTERIO PASCUAL


V/. El Señor esté con vosotros. R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón. R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/. Es justo y necesario.

EN verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre, Señor;
pero más que nunca exaltarte en este tiempo glorioso
en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Porque, demolida nuestra antigua miseria,
fue reconstruido cuanto estaba derrumbado
y renovada en plenitud nuestra vida en Cristo.

Por eso,
con esta efusión de gozo pascual,
el mundo entero se desborda de alegría,
y también los coros celestiales,
los ángeles y los arcángeles,
cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:


Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.



El Buen Pastor

El IV domingo de Pascua se celebra en la Iglesia el día del Buen Pastor, ya que en la liturgia de la palabra de este día se proclama el evangelio que hace referencia a Jesucristo como Buen Pastor:

CICLO A - Jn 10, 1-10. 
Yo soy la puerta de las ovejas
CICLO B - Jn 10, 11-18. 
El buen pastor da su vida por las ovejas
CICLO C - Jn 10, 27-30. 
Yo doy la vida eterna a mis ovejas

Cabe recordar que ahora, en la actualidad, los cristianos nos identificamos completamente con la "cruz", sin embargo, en los primeros siglos del cristianismo no era así; es decir, las primeras comunidades no representaban jamás a Jesús crucificado, por ello no se encontrarán representaciones de Cristo crucificado hasta el siglo V. Siendo la figura del Buen Pastor la que representaba desde el inicio a Cristo, y así lo pintaron en las catacumbas de San Calixto y de Priscila respectivamente:


La imagen de "buen pastor" se identifica claramente con Dios ya en el Antiguo Testamento. Los judíos, oraban a Yahvé identificándolo con el "pastor" que cuida y guía al rebaño ... así lo encontramos en el libro de los salmos: 


El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar; 
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; 
me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. 
Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. 
Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. 
Tu bondad y tu misericordia me acompañan 
todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término.

También encontramos estas menciones a Dios como "pastor" en el profeta Ezequiel (34, 12 ss) y también en Isaías (40 y 63). En todas ellas Dios, como buen pastor, protege y guía con amor a su rebaño. No es de extrañar, pues, que Jesús tomara esta imagen para identificarse como el Mesías, el enviado por Dios, ya que resultaba familiar a todos los que le escuchaban . 

Por esta razón, el domingo del Buen Pastor surge espontáneamente recordar a todos los Pastores de la Iglesia, aquellos que a imagen de Jesús, Buen Pastor, cuidan con cariño a los que le han encomendado. A estos se les denomina de muchas formas: presbítero, sacerdote, padre, cura...  y quizás sea esta denominación: "cura" la que identifica mejor con la imagen del Buen Pastor, ya que “cura” proviene del latín "curatio" que significa "cuidado", "cura". En este caso, es el que cuida las almas, el que las “cura”. 

En la actualidad son muchas las críticas y los prejuicios que se pueden escuchar sobre los pastores de la Iglesia, pero también es cierto que hace más ruido un árbol que cae que mil que crecen. Pese a la existencia de algunos casos deplorables, no podemos dejar de afirmar que existen miles de pastores que cada día entregan su vida llevando consuelo a los enfermos, esperanza a los presos, alimento a los que no tienen nada… y de ellos poco se habla. 

Pero además, son muchos los que intentan cuidar y guiar a los que tiene a su lado desde su humildad y sencillez acompañándolos en los momentos más significativos de la vida: el nacimiento de una nueva vida, su crecimiento, el matrimonio... pero también en los momentos más difíciles de llevar como la enfermedad o la muerte. Es más, el buen pastor da el mejor alimento, la Eucaristía; acoge y perdona a través del sacramento del perdón. Es decir, acompaña en la vida y en la muerte, para que alcancemos un día la vida eterna.







Liturgia en lengua de signos


Con motivo de la pandemia del coronavirus y el confinamiento que estamos viviendo hace un mes... un buen amigo, Ricardo Sanjurjo, que también tiene un interesante blog: A renglón torcido, me propuso grabar un pequeño vídeo sobre el significado del Jueves Santo y las partes de la celebración. El resultado fue un poco improvisado, pero la acogida resultó tan buena que decidí hacer otro para Viernes Santo y Domingo de Resurrección y, así, completar el Triduo Pascual.

La acogida desbordó con creces mis expectativas... incluso se ha hecho una versión en lengua de signos que, curiosamente, me ha llevado a contactar con un familiar que no veía desde hace más de 15 años. Los misterios de internet. Aquí os dejo los vídeos en sus dos versiones.







VERSIÓN EN LENGUA DE SIGNOS







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