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Celebremos la Misa Crismal

Uno de los acontecimientos que nos introduce poco a poco en el umbral del Triduo Pascual es la misa crismal que el obispo preside acompañado de su clero y del pueblo de Dios. Inicialmente era una celebración prevista para el Jueves Santo por la mañana, poniendo fin al tiempo litúrgico de la Cuaresma, sin embargo, es costumbre anticiparla al martes o miércoles santo en función de las necesidades pastorales. Esta celebración tiene dos importantes peculiaridades en su liturgia:

La primera y más importante es que el obispo, consagra el "Santo Crisma" (de ahí el nombre de "Misa Crismal") y bendice el óleo de los catecúmenos y de los enfermos que después cada párroco llevará a sus comunidades para poder celebrar los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Unción de enfermos.

La segunda (un elemento menos importante y más moderno) es la renovación de las promesas sacerdotales; por ello el cambio de día, para facilitar la participación del mayor número de sacerdotes posibles.


En esta celebración, el Graduale Romanum indica que se debe cantar el O redemptor, un antiguo himno gregoriano con forma antifonal.



O Redemptor sume carmen temet concinentium.

Arbor foeta alma luce 
hoc sacrandum protulit, 
fert hoc prona praesens turba 
Salvatori saeculi.

Consecráre tu dignáre,
Rex perénnis pátriae,
Hoc olívum, sígnum vívum,
Iúra cóntra daémonum.

Ut novétur séxus ómnis
Unctióne Chrísmatis:
Ut sanétur sauciáta dignitátis glória.

Lóta ménte sácro fónte
Aufugántur crímina,
Úncta frónte sacrosáncta
Ínfluunt charís mata.

Corde nátus ex Paréntis
Alvum ímplens Vírginis,
Praésta lúcem, cláude mórtem
Chrísmatis consórtibus.

Sit haec díes fésta nóbis,
Saeculórum saéculis
Sit sacráta dígna láude,
Nec senéscat témpore.



© Fotografías: Miguel Castaño

Viernes Santo - "silencio"

En el día de hoy, durante la liturgia de Viernes Santo, se hace patente un protagonista que normalmente está latente en nuestras celebraciones: el silencio.

La celebración litúrgica de Viernes Santo comienza con un rito de entrada diferente de otros días: los ministros entran en silencio, sin canto, vestidos de color rojo, el color de la sangre, del martirio, se postran en el suelo, mientras la comunidad se arrodilla, y después de un momento de oración (en silencio) ante el altar desnudo, se dirige a la sede y dice la oración del dia.

Este silencio no es "porque sí", forma parte de la participación activa de los fieles, así lo expresa el Concilio Vaticano II en la Sacrosanctum Concilum 30:

Para promover la participación activa se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y también las acciones o gestos y posturas corporales. Guárdese, además, a su debido tiempo, un silencio sagrado.

Este "a su debido tiempo", tal y como lo presenta la Ordenación General del Misal Romano 45, quiere decir:

Debe guardarse también, en el momento en que corresponde, como parte de la celebración, un sagrado silencio. Sin embargo, su naturaleza depende del momento en que se observa en cada celebración. Pues en el acto penitencial y después de la invitación a orar, cada uno se recoge en sí mismo; pero terminada la lectura o la homilía, todos meditan brevemente lo que escucharon; y después de la Comunión, alaban a Dios en su corazón y oran. Ya desde antes de la celebración misma, es laudable que se guarde silencio en la iglesia, en la sacristía, en el “secretarium” y en los lugares más cercanos para que todos se dispongan devota y debidamente para la acción sagrada. 

Pero en cuanto a la liturgia de hoy, el sagrado silencio, tiene un carácter muy acentuado en algunos momentos:

1. Rito de ingreso (el sacerdote postrado y pueblo de rodillas oran en silencio)
2. En la lectura de la Pasión se guarda silencio y nos ponemos de rodillas cuando expira el Señor
3. La adoración de la Cruz se realiza en silencio e intercalando los improperios o un himno apropiado
4. En la Oración Universal se guarda un momento de silencio después de cada petición
5. La comunión, un día como hoy, se podría hacer perfectamente en silencio si no se usa el salmo 21
6. En la celebración de hoy no hay bendición ni despedida, el sacerdote se retira en silencio

Por último. Son muchos los lugares que conservan la tradición de no utilizar el órgano (o algún otro instrumento) desde el "Gloria" de la celebración de Jueves Santo hasta el "Gloria" de la Vigilia Pascual el sábado por la noche. De este modo, también los instrumentos "guardan silencio".

Que el silencio orante y penitente nos ayude a comprender mejor el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor.





Ubi Caritas - Jueves Santo


En la celebración de la Cena del Señor en Jueves Santo encontramos una de las excepciones más curiosas del Misal Romano. Podríamos titular este post con un título más sugerente como: Los secretos que esconde el "ubi caritas".

Durante el Concilio Vaticano II se crearon dos grupos diferentes para la configuración de los nuevos libros litúrgicos: por una parte un grupo de expertos liturgistas y, por otra, de músicos consagrados. El fruto fue que los liturgistas optaron por suprimir las antífonas de ofertorio que hasta el momento figuraban en el Misal, materializando así la menor importancia de este momento litúrgico en comparación con el antiguo rito. Sin embargo, los músicos optaron por conservar la tradición musical de las antífonas de ofertorio, de ahí que se conserven en los libros para el canto de la Misa que nacieron de la reforma: Graduale Romanum, Graduale Simplex y Graduale Triplex. Esto, con el paso del tiempo, ha creado un extraño vacío en los repertorios en lengua vernácula para el ofertorio, ya que en el Misal de cada país ya no encontramos los textos que se deben cantar, teniendo como única referencia el Graduale o en el Ordo Cantus Missae.

Dicho esto, el Jueves Santo es la excepción, ya que se ha incluido la antífona Ubi caritas como propia para el ofertorio de esta celebración. Hasta la reforma litúrgica del Vaticano II estaba previsto su canto para el lavatorio de los pies, junto con otras siete antífonas propuestas; sin embargo, tras la reforma encontramos esta antífona como única y propia del ofertorio de Jueves Santo.

También es significativo que esta antífona compuesta por un autor anónimo italiano entorno a los siglos IX-X se ha popularizado con el texto: Ubi caritas et amor, Deus ibi est (don hay caridad y amor, allí está Dios); sin embargo, tras la reforma ya mencionada, se optó por la versión: Ubi caritas est vera, Deus ibi est (Donde la caridad es verdadera, allí está Dios) a tenor de lo establecido en Sacrosanctum Concilium 117 de realizar ediciones críticas de los libros de canto gregoriano. De este modo se ponen de relieve las fuentes más antiguas y se destaca de algún modo que para los cristianos la caridad y el amor son lo mismo, pero esta caridad/amor debe ser verdadera para encontrar en ella a Dios... y de este modo se ha cantado durante siglos.




Una de las versiones más conocidas en la historia de la música sobre el texto y la melodía del Ubi caritas es la que en los años 60 ofreció Maurice Duruflé dentro de sus Quatre motets sur des Thèmes Grégoriens entre los que se encuentra esta joya:



La versión propuesta tras la Reforma del Vaticano II de sustituir "et amor" por "est vera" no tuvo un gran recorrido, y esto se observa en las versiones polifónicas más recientes en las que seguimos  encontrando el texto: Ubi caritas et amor, Deus ibi est.

Ubi caritas, Jaques Berthier (Francia, 1923-1994)



Ubi caritas, Morten Lauridsen (Estados Unidos, 1943)



Ubi caritas, Antonio Parisi (Italia, 1947)



Ubi caritas, Ivo Antognini (Suiza, 1963)



Ubi caritas, Paul Mealor (Reino Unido, 1975)



Ubi caritas, Ola Gjeilo (Noruega, 1978)





*Si crees que se puede incluir alguna obra interesante... inclúyela en los comentarios!!!



Domingo de Pascua de la resurrección del Señor


La celebración de la resurrección del Señor puede celebrarse en la vigilia pascual (vigilia nocturna) y/o el propio domingo con la misa del día. Los fieles que participen en la misa de la noche pueden también comulgar el domingo.

LA VIGILIA PASCUAL

Tal y como la definió Pablo VI en la Carta Apostólica «Misterii Paschalis» esta es la "Madre de todas las vigilias", es el culmen del Triduo Pascual porque en ella se espera y se celebra al mismo tiempo la resurrección del Señor en los sacramentos de la iniciación cristiana.

Este acontecimiento de gozo exultante debe celebrarse con la máxima solemnidad porque en este día se celebra el fundamento de nuestra fe. En esta noche santa encendemos y bendecimos el fuego que rompe la oscuridad y da paso a la luz, que es Cristo, al cual nosotros seguimos... tomando luz de su Luz y cantando hasta tres veces: Luz de Cristo. Demos gracias a Dios

Se canta el Pregón Pascual que anuncia la Pascua en medio de la noche. A continuación, serenamente, se escucha la palabra de Dios, que en este día hace un recorrido por la historia de salvación. Entre las lecturas del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se entona el Gloria mientras se tañen las campanas, se ilumina completamente la iglesia y se encienden las velas del altar; como si la luz irrumpiese definitivamente en la oscuridad de la noche, porque Cristo ha irrumpido en la historia y el Gloria nos recuerda ese misterio de la encarnación. Después de este momento se proclama la epístola de san Pablo y, a continuación, se entona el esperado Aleluya Pascual antes de proclamar el Evangelio: "No está aquí, ha resucitado". El ambón, esta noche más que nunca, simboliza el sepulcro vacío, por eso, junto a él debe llamear con viveza el cirio pascual, porque es Cristo resucitado. Prosigue una breve homilía.


El siguiente rito es la Liturgia bautismal en ella, si hay bautizados durante esta noche o durante la cincuententa pascual, se invoca a los santos con las letanías y se bendice el agua pascual, de no ser así solo se bendice el agua común. Finalmente se renuevan las promesas bautismales en sustitución del Credo y el sacerdote asperge al pueblo congregado. 

A partir de aquí el sacerdote se dirige al altar y comienza la liturgia eucarística en la forma habitual; sin embargo, en el día de hoy esta eucaristía tiene para nosotros un valor y una riqueza añadida, porque es la que da sentido a todas nuestras celebraciones dominicales. Al final, se despide a la asamblea con el doble aleluya: "Podéis ir en paz, aleluya, aleluya", al cual la asamblea responde: "Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya".

* Para más detalle sobre el repertorio musical de la Vigilia pincha AQUÍ.


MISA DEL DÍA

Aunque en la Vigilia Pascual encontramos la riqueza de los símbolos pascuales, el domingo de Pascua es la continuación de la fiesta de la resurrección con la Misa del día y la Liturgia de las Horas... que se prolongará durante cincuenta días. Aunque no podemos olvidar que esta fiesta continúa cada domingo: "Acuérdate de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal".

En el día de hoy, ya nos encontraremos el cirio pascual llameante junto al ambón. Se sustituirá el acto penitencial por la aspersión con agua bendita a los fieles, en la Liturgia de la Palabra –durante todo el tiempo de Pascua– las lecturas serán del Nuevo Testamento y se leerá o cantará la secuencia Victimae paschali laudes (Ofrezcan los cristianos). Todos en pie, entonaremos el Aleluya antes de proclamar el Evangelio en el que María Magdalena anuncia a Pedro y al discípulo amado que el cuerpo de Jesús no estaba en el sepulcro; ellos fueron, vieron y creyeron.

Después de la homilía y el Credo la celebración continúa como de costumbre. Al final, después de la bendición solemne se despide al pueblo con congregado con el doble aleluya: "Podéis ir en paz, aleluya, aleluya", al cual la asamblea responde: "Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya", y esto será así durante toda la Octava de Pascua, así como el día de Pentecostés.






Viernes Santo en la Pasión del Señor

El día de Viernes Santo no se celebra la Eucaristía, todo gira entorno a la proclamación de la Palabra de Dios y a la adoración de la Cruz. 

La celebración de hoy consta de tres partes bien diverenciadas:

I. Liturgia de la Palabra
II. Adoración de la Santa Cruz
III. Sagrada Comunión

El mismo silencio con el que nos despedíamos la liturgia del Jueves Santo lo encontramos al inicio de la celebración de la Pasión del Señor, momento en el que todos nos arrodillamos mientras el sacerdote se postra en el suelo frente a un altar completamente desnudo que representa a Cristo despojado de sus vestiduras, humillado y preparado para completar la obra redentora del Padre muriendo por nuestros pecados.


I. LITURGIA DE LA PALABRA

Después de la Oración Colecta inicia la Liturgia de la Palabra, en la que se proclamará en primer lugar la profecía de Isaías (Is 52, 13-53,12)) sobre el sufrimiento del Siervo de Dios, humillado y maltratado hasta la muerte. A esta primera lectura responderemos con el Salmo 30: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu". En la 2ª lectura, de la carta a los Hebreos se nos presenta a Cristo como autor de la salvación. Finalmente, el Evangelio que se proclama hoy es el relato de la Pasión según san Juan, en la que se describe con sumo detalle los pasos de Jesús desde el huerto de los olivos hasta la Cruz. 

Tras la homilía se hace la Oración universal: ante la muerte de Cristo elevamos nuestra oración solemne a Dios Padre. Se trata de diez peticiones dirigidas al Padre a las que –a cada una de ellas– sigue una oración:

1. Por la Santa Iglesia
2. Por el Papa
3. Por todos los ministros y los fieles
4. Por los catecúmenos
5. Por la unidad de los cristianos
6. Por los judíos
7. Por los que no creen en Cristo
8. Por los que no creen en Dios
9. Por los gobernantes
10. Por los atribulados


II. ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ

Una segunda parte de la celebración se centra en la adoración de la santa Cruz. El misal propone dos formas de realizarla, pero en ambas la cruz debe estar cubierta y poco a poco se desnuda mientras se canta tres veces: "Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo", a lo cual se responde: "Venid a adorarlo". En el momento de la adoración el misal propone la antífona "Tu cruz adoramos", los "Improperios" y el himno "Oh cruz fiel..".

*Si quieres conocer el repertorio de esta celebración pincha AQUÍ.


III. SAGRADA COMUNIÓN

Por último, finalizada la adoración de la cruz, se pone un mantel sobre el altar desnudo y el sacerdote traslada el Santísimo Sacramento desde el lugar de la reserva hasta el altar en silencio y da comienzo el rito de la comunión con el rezo del Padre nuestro y, omitiendo el rito de la paz, se distribuye el cuerpo de Cristo. En el día de Viernes Santo no hay bendición pero sí una oración sobre el pueblo. La celebración finaliza en silencio y se desnuda nuevamente el altar dejando solamente la Cruz.




Jueves Santo - Misa de la Cena del Señor

El Jueves Santo, con la celebración de la Cena del Señor, da comienzo el Santo Triduo Pascual. En esta celebración se hace memoria de la última cena de Jesús con sus discípulos; un último encuentro antes de su Pasión y que dará sentido a todo lo que está a punto de acontecer: su entrega hasta la muerte, y una muerte de Cruz. Tal día como hoy son tres los elementos que vertebran la liturgia de Jueves Santo: la institución de la Eucaristía; el Sacramento del orden y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna.

La celebración solemne de la Cena del Señor debe comenzar con el sagrario vacío y con un canto de entrada apropiado al misterio que celebramos, donde se ponga de relieve la entrega de Jesús hasta la muerte*. Este día se canta el Gloria y, mientras, se pueden tañer las campanas, que no volverán a sonar hasta la Solemne Vigilia Pascual. Existe una antigua tradición que después del Gloria el organista cerraba la consola del órgano y este no volvía a sonar hasta el Gloria de la Vigilia Pascual.

En la liturgia de la Palabra se nos hará revivir los acontecimientos del cenáculo: la 1ª lectura, del libro del Éxodo, versa sobre las prescripciones para el pueblo de Israel sobre la cena pascual; La antífona del salmo responsorial: "El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo" (cf. 1Cor 10,16) establece un puente entre el Antiguo Testamento y el Nuevo testamento, ya que aquellas la copa que se bendecía en la cena pascual ahora adquiere un nuevo sentido con el sacrificio de Cristo en la cruz. La 2ª lectura, de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios, actualiza la cena pascual evocando el relato de la institución de la Eucaristía. Por último, el evangelio de Juan nos narra el pasaje del lavatorio de los pies a los discípulos. 

Después de la homilía, en consonancia con el texto evangélico proclamado se realiza (aunque no es preceptivo) el lavatorio de los pies mientras se puede cantar una, o varias, de las antífonas que propone el Misal, siendo la primera: Os doy un mandato nuevo. Este gesto simboliza la llamada de Jesús a poner la vida al servicio de los demás. Prosigue la liturgia eucarística, y es el único caso en el que el Misal Romano conserva la antífona de ofertorio: Ubi caritas (Tr.: Donde hay caridad). 

La misa sigue como de costumbre, pero con el conocimiento de que conmemoramos el aniversario de la institución de la Eucaristía: haced esto en conmemoración mía. A continuación de la oración de poscomunión, se inciensa el Santísimo que permanece sobre el altar y, seguidamente, se traslada al lugar de la reserva cantando el Pange lingua (Que la lengua humana); una vez allí se vuelve a incensar mientras se canta el Tamtum ergo (Adorad postrados). El sacerdote se retira en silencio y sin bendecir al pueblo.

Finalizada la procesión al lugar de la reserva el celebrante u otros ministros desnudan el altar. No se trata de una cuestión práctica por el mero hecho de que al día siguiente no se celebrará la Santa Misa, sino que tiene un componente simbólico único ya que el altar representa a Cristo. Por ello antiguamente este gesto se acompañaba recitando la antífona recitada: Dívidunt sibi vestimenta mea, et de veste mea mittunt sortem (Tr.: Se reparten mis vestiduras y mi túnica la echan a suertes) seguida del salmo 21: Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado.

La hora santa

En esta noche la Iglesia anima a los fieles a acompañar al Señor en oración. Jesús fue con sus discípulos al huerto de Getsemaní para orar, esperando la hora que viniesen a prenderlo. En ese momento de agonía pronunció estas palabras: "Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". En este momento trágico sus discípulos se quedaron dormidos... hoy, nosotros, discípulos de Cristo, tenemos la ocasión de acompañar al Señor durante la tradicional Hora santa

* Pincha AQUÍ para conocer el repertorio musical completo para el Jueves Santo




Domingo de Ramos

El Domingo de Ramos, aunque continuemos en Cuaresma, es la "puerta" de la Semana Santa. Un día como hoy normalmente las iglesias están abarrotadas de fieles, niños y mayores, que portan ramos de olivo, palmas e incluso laurel para aclamar al Rey de Reyes, por ello son tantas las procesiones que se organizan en nuestros pueblos y ciudades.

Una de las peculiaridades de esta celebración  la encontramos en su inicio. En el Graduale Romanum, que viene siendo el único cantoral oficial que ha publicado la Iglesia después del Concilio Vaticano II, podemos leer:

HEBDOMADA SANCTA
Dominica in palmis de Passione Domini
Commeemoratio ingressus Domini in Ierusalem

(traducción)

SEMANA SANTA
Domingo de ramos en la Pasión del Señor
Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén

A continuación propone una antífona, como prevé el Misal, para entonar cuando el sacerdote llega al lugar donde comienza la celebración (fuera de la iglesia). Se trata de una antífona breve, fácil de cantar y con un contenido que resume perfectamente lo que celebramos, la entrada del Señor en Jerusalén acogido por su pueblo como Rey. La melodía, desde el inicio nos "anuncia" algo importante; con una quinta justa (sol-re) la palabra Hosanna (en las dos ocasiones que aparece) tiene un carácter claramente descriptivo de la alegría por estar en presencia del Rey de reyes:

Hosanna Filio David, 
Benedictus qui venit in nomine Domini. 
Rex Israel: Hosanna in excelsis.

(traducción)

¡Hosanna al Hijo de David! 
Bendito el que viene en el nombre del Señor. 
Oh, Rey de Israel. ¡Hosanna en las alturas!
Finalizada esta primera parte de la bendición de los ramos y lectura del evangelio se inicia la procesión hacia el interior de la iglesia; en este momento el Graduale propone otra hermosa antífona, un poco más larga que la anterior pero cargada de contenido: los niños salen al encuentro del Rey de reyes con ramos de olivo en las manos... saludando, gritando, corriendo... la música conduce este texto como un paisaje lleno de colores:

Pueri Hebraeorum, portantes ramos olivarum,
obviaverunt Dominus, clamantes et dicentes: 
Hosanna in excelsis. 

(traducción)

Los niños de los hebreos, tomando en sus manos ramos de olivos,
salieron al encuentro del Señor; gritaban y decían:
¡Hosanna en el cielo!
De especial mención es la hermosa versión del polifonista español Tomás Luis de Victoria.



Si la procesión se larga se pueden salmodiar los versos del salmo 117, tal y como indica el Graduale, o también cantar el himno Gloria, laus et honor.

O en una versión polifónica como la compuesta por Mons. Marco Frisina.



















Para vivir el Triduo Pascual


 Cuánto he deseado celebrar esta pascua con vosotros (Lc 22,15)


1. JUEVES SANTO


El Jueves Santo es el pórtico del Triduo Pascual. Por la mañana se celebra la Misa Crismal, aunque en la Archidiócesis de Santiago de Compostela se traslada al martes santo por motivos pastorales. Por la tarde, tal y como se indica en el Misal Romano, da comienzo el Triduo Pascual, reuniéndonos para recordar y celebrar la última cena de Jesús con sus discípulos. Su último encuentro con ellos antes de la pasión. Un encuentro que quiere resumir el sentido de todo lo que está a punto de ocurrir: su entrega hasta la muerte; y en el que recordamos: 1) la institución de la Eucaristía; 2) el Sacramento del orden; 3) el mandato del Señor sobre la Caridad fraterna.

El Jueves Santo debemos comenzar nuestra celebración con el sagrario vacío y con un canto de entrada apropiado al misterio que celebramos, donde se ponga de relieve la entrega de Jesús hasta la muerte. Este día se canta el Gloria y, mientras, se pueden tañer las campanas, que no volverán a sonar hasta la Solemne Vigilia Pascual. Existe una antigua tradición que después del Gloria el organista cerraba la consola del órgano y este no volvía a sonar hasta el Gloria de la Vigilia Pascual.

En la liturgia de la Palabra se nos hará revivir los acontecimientos del cenáculo: la 1ª lectura (Éxodo) versa sobre la pascua judía; el salmo responsorial (Sal 115): "El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo"; La 2ª lectura (Corintios) sobre la institución de la Eucaristía; y el Evangelio (Juan) nos narra el pasaje del lavatorio de los pies a los discípulos. Después de la homilía, en consonancia con el texto evangélico proclamado se puede realizar el "lavatorio de los pies" mientras se canta una antífona adecuada: "Os doy un mandato nuevo". Este gesto simboliza la llamada de Jesús a poner la vida al servicio de los demás. Prosigue la liturgia eucarística, y es el único caso en el que el Misal Romano conserva la antífona de ofertorio: "Ubi caritas" (Donde hay caridad y amor). 

La misa sigue como de costumbre, pero con el conocimiento de que conmemoramos el aniversario de la institución de la Eucaristía: "haced esto en conmemoración mía". A continuación de la oración de poscomunión, se inciensa el Santísimo que permanece sobre el altar y, seguidamente, se traslada al lugar de la reserva cantando el "Pange lingua" (Que la lengua humana); una vez allí se vuelve a incensar mientras se canta el "Tamtum ergo" (Adorad postrados). El sacerdote se retira en silencio. 

La hora santa. En esta noche la Iglesia anima a los fieles a acompañar al Señor en oración. Jesús fue con sus discípulos al huerto de Getsemaní para orar, esperando la hora que viniesen a prenderlo. En ese momento de agonía pronunció estas palabras: "Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". En este momento trágico sus discípulos se quedaron dormidos... hoy, nosotros, discípulos de Cristo, tenemos la ocasión de acompañar al Señor durante la tradicional Hora santa. ¡Permanezcamos junto a Él!

2. VIERNES SANTO

El día de Viernes Santo no se celebra la Eucaristía, todo gira entorno a la Palabra y a la adoración de la Cruz. El mismo silencio con el que nos despedíamos la liturgia del Jueves Santo lo encontramos al inicio de la celebración de la Pasión del Señor, momento en el que todos nos arrodillamos mientras el sacerdote se postra en el suelo frente a un altar completamente desnudo. 

En la Liturgia de la Palabra escucharemos una profecía de Isaías (1ª lectura) sobre el Siervo de Dios que se rebaja hasta la muerte. Responderemos con el Salmo 30: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu". En la 2ª lectura (Hebreos) se nos presenta a Cristo como autor de salvación eterna. El Evangelio es el relato de la Pasión según san Juan. Después de la homilía se hace la "Oración universal": ante la muerte de Cristo elevamos nuestra oración solemne a Dios Padre. Se trata de diez peticiones seguidas, cada una de ellas, de una oración.

Una segunda parte de la celebración se centra en la adoración de la santa Cruz. El misal propone dos formas de realizarla, pero en ambas la cruz debe estar descubierta y poco a poco se desnuda mientras se canta tres veces: "Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo", a lo cual se responde: "Venid a adorarlo". En el momento de la adoración el misal propone la antífona "Tu cruz adoramos", los "Improperios" y el himno "Oh cruz fiel..".

Por último, se pone un mantel sobre el altar desnudo y el sacerdote traslada el Santísimo Sacramento desde el lugar de la reserva hasta el altar en silencio y da comienzo el rito de la comunión con el rezo del Padre nuestro y, omitiendo el rito de la paz, se distribuye el cuerpo de Cristo. En el día de Viernes Santo no hay bendición pero sí una oración sobre el pueblo. La celebración finaliza en silencio y se desnuda nuevamente el altar dejando solamente la Cruz.

3. SÁBADO SANTO

Durante este día la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, y se abstiene del sacrificio de la Misa, quedando por ello el altar desnudo hasta la celebración de la Pascua. 





4. DOMINGO DE PASCUA 


Vigilia pascual. Es la noche de la gran fiesta del año y debe notarse en todo: no puede haber más flores en una boda que en esta noche, no podemos cantar más en unas comuniones que en esta vigilia, no puede haber más incienso en un funeral que en el día en el que se da sentido a nuestra fe. En esta noche santa encendemos el fuego que rompe la oscuridad y da paso a la luz de Jesucristo que nosotros seguimos y tomamos luz de su luz. Escuchamos el pregón pascual que anuncia la Pascua. A continuación, serenamente, se escucha la palabra de Dios, que en este día hace un recorrido por la historia de salvación. Entre las lecturas del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se entona el gloria mientras se tañen las campanas, se ilumina la iglesia y se encienden las velas del altar; como si la luz irrumpiese definitivamente en la oscuridad de la noche, porque Cristo ha irrumpido así en la historia y el Gloria nos recuerda ese misterio de la encarnación. Después de este momento se proclama la epístola de san Pablo y, a continuación, se entona el esperado Aleluya pascual antes de proclamar el Evangelio: "No está aquí, ha resucitado". El ambón, esta noche más que nunca, simboliza el sepulcro vacío, por eso, junto a él debe llamear con viveza el cirio pascual, porque es Cristo resucitado. Prosigue una breve homilía.

El siguiente rito es la liturgia bautismal en la que se invoca a los santos con las letanías, se bendice el agua y se renuevan las promesas bautismales en lugar del Credo. En esta noche, la oración de los fieles deben hacerla los recién bautizados (si son adultos).

A partir de aquí el sacerdote se dirige al altar y comienza la liturgia eucarística en la forma habitual; sin embargo, en el día de hoy esta eucaristía tiene para nosotros un valor y una riqueza añadida, porque es la que da sentido a todas nuestras celebraciones dominicales. Al final, se despide a la asamblea con el doble aleluya: "Podéis ir en paz, aleluya, aleluya", al cual la asamblea responde: "Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya".

Domingo de resurrección. Aunque la gran fiesta es la vigilia, y en ella encontramos la riqueza de los símbolos pascuales, el domingo de Pascua es la continuación de la fiesta de la resurrección y se prolongará cincuenta días. Aunque no podemos olvidar que esta fiesta continúa cada domingo: "Acuérdate de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal".

Oscar Valado

Las siete iglesias

La noche de Jueves Santo tuve ocasión de vivir con otros compañeros sacerdotes del Colegio Español una hermosa experiencia. Después de celebrar la cena del Señor un grupo de jóvenes del Coro de la Diócesis de Roma nos invitó a hacer "los siete sepulcros". Sin estar seguro de qué se trataba, y admirados por el interés por que les acompañasen sacerdotes... aceptamos.

Los "siete sepulcros" resultó ser la visita a siete iglesias del centro de Roma, más en concreto a los monumentos (como tradicionalmente se conocen –aunque no deba ser así–) realizados en esas iglesias con motivo del Jueves Santo. Lo más llamativo de todo (por lo menos para mí) ha sido ver a tantos grupos de personas (jóvenes y mayores) haciendo estas visitas nocturnas por las iglesias de Roma. Arrodillados, orantes, acercándose al sacramento de la penitencia... increíble! 

Entramos en la primera, Sant'Andrea della Valle. Esta iglesia impresiona por sus dimensiones... pero más aún por ver a tantas personas rezar con tanta unción. De camino a la siguiente, San Luigi dei Francesi, pregunté por la tradición de los "siete sepulcros", y con tal motivo los sacerdotes que acompañábamos a estos jóvenes del coro de la diócesis de Roma les explicamos el verdadero sentido de "orar con el Señor" (todavía vivo) en el huerto de los olivos. Los jóvenes no dudaron en mostrar su sorpresa y al mismo tiempo agradecimiento.


Ya en la tercera iglesia, Santo Agostino, utilizamos el canto "Anima Christi" de Marco Frisina para orar. La experiencia fue tan buena (para nosotros y par los que allí estaban presentes) que lo repetimos también en la iglesia de San Apolinar.


En la cuarta y quinta iglesia, San Giacomo y San Lorenzo in Damaso, casi como si fuese algo imprescindible volvimos a cantar esta hermosa oración.


Por último, entramos en la iglesia de la Santissima Trinità dei pellegrini, allí nos detuvimos un poco más porque era la última iglesia que visitábamos y porque no había tanta aglomeración –ya era un poco tarde–. Pudimos entonar varios cantos apropiados para ese momento.


De este modo concluíamos la visita a las "siete iglesias". Han sido cerca de dos horas de encuentro con el Señor y con los hermanos. Una experiencia hermosa que nunca habíamos vivido los sacerdotes que acompañamos a este grupo de jóvenes. Ante lo cual, sólo cabe decir una cosa: Gracias a Dios por dejarnos vivir este momento de gracia y comunión.

Para finalizar esta entrada incluyo las imágenes de los altares preparados para el Señor en la Basílica de San Pedro y en la Basílica de San Juan de Letrán en el día de Jueves Santo


Oscar Valado
Roma,  30 de marzo de  2013

Jueves Santo - Pange lingua

En estos días de Semana Santa podríamos hablar de innumerables cuestiones "litúrgico-musicales". El año pasado, con motivo del Jueves Santo, me centré en el "Ubi caritas". Este año, quisiera proponer un "clásico entre los clásicos", el Pange lingua.


Este himno latino es uno de los himnos eucarísticos medievales más utilizados en nuestra liturgia actual. Su composición se atribuye a santo Tomás de Aquino (1225-1274). En el siglo XIII –y en todo el medievo– eran habituales este tipo de composiciones que desarrollaban una doctrina clara y segura sobre la eucaristía para mantener intacto el depósito de la fe, pero también para dejar claro qué doctrinas tenían un carácter herético y cuales no. En el caso del Page lingua se desarrolla la doctrina de la transubstanciación de un modo poético pero explícito. En esta misma época, Santo Tomás de Aquino también compuso el himno Lauda Sion, que hoy encontramos como "secuencia" de la solemnidad de Corpus Christi

En la celebración del Jueves Santo la liturgia propone el Pange lingua para la "solemne traslación del Santísimo Sacramento" al final de la celebración, indicando que se debe cantar la primera parte "Pange lingua"  durante la procesión y la segunda, "Tamtum ergo" después de haber depositado el Santísimo Sacramento en el monumento. Los cantorales oficiales de la Iglesia –Graduale Romanum Graduale Simplex– proponen una conocida melodía gregoriana. 


Puede ser una ayuda para los fieles que en el folleto de cantos de la celebración (si lo hay) se añada la traducción del texto latino para facilitar su comprensión a todos los presentes e incluso como una ayuda en la oración personal ante el "monumento" o incluso durante la hora santa que hagamos. 

En ocasiones las cosas que hacemos (cantamos) todos los días pueden adquirir un nuevo valor con una pequeña ayuda ¿qué mejor día que éste?

Oscar Valado
Roma, 26 de marzo de 2013


"Esta es la Noche" - De Vigilia Paschali

Esta es "La Noche" para nosotros los cristianos. La fiesta más importante de nuestro Año Litúrgico, por eso se debe celebrar con la mayor solemnidad posible. En esta Noche, los símbolos son fundamentales, sobre todo el fuego y el agua. Comenzaremos nuestra celebración en la oscuridad de las tinieblas hasta que se encienda el cirio pascual que es Cristo Resucitado, al que todos seguiremos hasta el interior de la iglesia mientras respondemos tres veces a la aclamación del sacerdote:

V/ Luz de Cristo
R/ Demos gracias a Dios

De Cristo Resucitado, luz que ilumina nuestra existencia, iremos tomando la "luz" con nuestras pequeñas velas y así se irán iluminando poco a poco nuestros rostros y nuestro entorno. En ese momento, situado el cirio pascual en su lugar (al lado del ambón - símbolo de la tumba vacía) da comienzo uno de los momentos más hermosos de nuestra liturgia cuando un diácono, o el sacerdote que preside la celebración entona el Exultet, llamado también Pregón Pascual.


Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, 
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero. 

Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces 
y con todo el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán
y, derramando su sangre, canceló el recibo del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche 
en que sacaste de Egipto a los israelitas, 
nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche
en que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia y son agregados a los santos.

Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.

Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.»

Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados,
lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes, expulsa el odio,
trae la concordia, doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia, 
acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza 
que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros 
en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas.

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa.

¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!

Te rogarnos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable, se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos. Amén.

De este modo da comienzo nuestra celebración, con el gran anuncio de lo que vamos a celebrar a la luz de la historia de la salvación... el gran Misterio Pacual. Esta noche da sentido a nuestra existencia, demos gracias a Dios.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.
Oscar Valado
Vigo, 7 de abril de 2012

Viernes Santo - In passione et morte Domini

En la liturgia del Viernes Santo la Cruz tiene una carácter más que relevante, de hecho, tendremos la "solemne adoración de la Santa Cruz". En ese momento, el misal indica que se deben entonar los "IMPROPERIOS", estos son también llamados Trisagion. Se debe a que en su texto (que conserva el estribillo en griego) aparece tres veces la palabra "Agios", es decir, "Santo". 



Agios o Theos, Santo Dios,
Agios Ischyros, Santo Fuerne,
Agios Athanatos, eleison hymas; Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
¿Pueblo mío, qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme!
Yo te guié cuarenta años por el desierto, te alimenté con el maná, 
te introduje en una tierra excelente; tú preparaste una cruz para tu Salvador.
¿Qué más pude hacer por ti? Yo te planté como viña mía, escogida y hermosa, 
¡Qué amarga te has vuelto conmigo! Para mi sed me diste vinagre, 
con la lanza traspasaste el costado a tu Salvador.
Por ti yo azoté a Egipto y a sus primogénitos; tú me entregaste para que me azotaran. 
Yo te saqué de Egipto, sumergiendo al Faraón en el mar Rojo; 
tú me entregaste a los sumos sacerdotes.
Yo abrí el mar delante de ti; tú con la lanza abriste mi costado. 
Yo te guiaba con una columna de nubes; 
tú me guiaste al pretorio de Pilato.
Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña; 
tú me diste a beber hiel y vinagre. Yo por ti herí a los reyes cananeos; 
tú me heriste la cabeza con la caña.

Como en otras ocasiones... también incluyo una versión polifónica sobre el tema gregoriano. En este caso, una de las obras más destacadas e interpretadas es la de T. L. de Victoria.


Acompañemos al Señor en este trágico momento... esperando la gloria de su resurrección.

Oscar Valado 
Vigo, 6 de abril de 2012
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