Este título quizás requiera una explicación. Mi labor en el Sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización es la redacción de las Actas. Como éstas son plurilingües trabajamos en equipo cinco asistentes de la Secretaría General, uno por lengua oficial (italiano, español, inglés, francés y alemán), a parte del latín que es lengua propia de la Iglesia Católica. Nuestra labor es recoger por escrito absolutamente "todo" lo que se dice en el aula, palabra por palabra, desde errores de pronunciación hasta las reacciones de los Padres Sinodales ante las diferentes intervenciones. Esto último se recoge insertando en el texto transcrito algo así: [risus], [plausus], etc. Dicho esto, uno se puede hacer una idea de por donde va el título de esta entrada.
En la Congregatio XVII, intervino el benjamín del Sínodo, un joven catequista de la diócesis de Roma llamado Tommaso de tan sólo 23 años e invitado como oyente a este Sínodo. La cuestión es que este joven inyectó un poco de savia en la asamblea, cautivando a todos los presentes con un testimonio atrevido, directo y sencillo que arrancó la ovación más grande en lo que llevamos de Sínodo.
Me imagino los nervios que pudo pasar cuando escuchó: "Loquatur nunc Dominus Tomasso Spinelli et ad loquendum se praeparet...". Tragó saliva y comenzó:
Mi reflexión quiere ser simplemente una ayuda para entender qué espera un joven de la nueva evangelización. Vosotros sacerdotes (dirigiéndose a los obispos) habéis hablado sobre el papel de los laicos, yo que soy laico, quiero hablar del papel de los sacerdotes. [Risus]
Nosotros los jóvenes tenemos necesidad de guías fuertes, sólidos en su vocación y en su identidad. Es de vosotros, sacerdotes, de quien nosotros aprendemos a ser cristianos, y ahora que las familias están más desunidas, vuestro papel es todavía más importante para nosotros. Vosotros nos testimoniáis la fidelidad a una vocación, nos enseñáis la solidez en la vida y la posibilidad de elegir un modo alternativo de vivir, siendo éste más bello que el que nos propone la sociedad actual.
Mi experiencia testimonia que allí donde hay un sacerdote apasionado, la comunidad, en poco tiempo, florece. La fe no ha perdido atractivo, pero es necesario que existan personas que la muestren como una elección seria, sensata y creíble.
Lo que me preocupa es que estos modelos se han convertido en una minoría. El sacerdote ha perdido confianza en la importancia de su propio ministerio, ha perdido carisma y cultura. Veo sacerdotes que identifican "dedicarse a los jóvenes" con "disfrazarse de joven", o peor aún, vivir el estilo de vida de los jóvenes. Y lo mismo en la liturgia, que en el intento de hacerse originales se convierten en insignificantes. Os pido el coraje de ser vosotros mismos. No temais, porque allí donde seáis auténticamente sacerdotes, allí donde propongáis sin miedo la verdad de la fe, allí donde no tengáis miedo de enseñarnos a rezar... nosotros, los jóvenes, os seguiremos!. Hacemos nuestras las palabras de Pedro: "Señor, ¿a quién iremos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna". Nosotros tenemos hambre de lo eterno, de lo verdadero.
Por tanto, propongo: 1) Aumentar la formación, no sólo espiritual, sino también cultural, de los sacerdotes. Con demasiada frecuencia vemos a sacerdotes que han perdido el papel de maestros de cultura que les hacía importantes para toda la sociedad. Hoy, si queremos ser creíbles y útiles, debemos volver a tener buenas herramientas culturales. 2) Redescubrir el Catecismo de la Iglesia Católica en su carácter conciliar: en concreto la primera parte de cada sección, donde los documentos del Concilio iluminan los temas tradicionales. De hecho, el Catecismo pone con sabiduría como premisa a la explicación del Credo una parte inspirada en la Dei Verbum, en la que se explica la visión personalista de la revelación; a los sacramentos, la Sacrosantum Concilium, y a los mandamientos, la Lumen Gentium, que muestra al hombre creado a imagen de Dios. La primera parte de cada sección del Catecismo es fundamental para que el hombre de hoy sienta la fe como algo que le afecta de cerca y sea capaz de dar respuestas a sus preguntas más profundas. 3) Por último, la liturgia se olvida y se desacraliza con demasiada frecuencia: hay que volver a ponerla con dignidad en el centro de la comunidad parroquial.
Concluyo con las palabras que dieron inicio al nacimiento de la Europa Medieval: "Nosotros os queremos, dad prueba de vuestra santidad, del lenguaje correcto y de vuestra instrucción; de tal modo que cualquiera que vaya a vosotros se edifique con vuestro testimonio de vida y vuestra sabiduría (...) y regrese alegre dando gracias al Señor omnipotente." (De la carta Letteris Colendis de Carlo Magno al monasterio de Fulda, año 780).
Gracias.
[Plausus magnus]
Oscar Valado
Roma, 21 de octubre de 2012
Yo no estoy totalmente de acuerdo con lo que dice este joven, en concreto, cuando dice:
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No sé si se refiere a alguna vivencia personal, supongo que sí, pero yo creo que en muchas parroquias lo que hace falta es precisamente eso, que vengan sacerdotes jóvenes, con ganas de emprender y de hacer cosas nuevas, y que se fundan con los jóvenes, desde luego siempre dirigiendo o haciendo de guía, pero olvidando ese distanciamiento que todavía mucha gente tiene en mente en donde se guardan las distancias con los sacerdotes porque se consideran con más poder y que se les debe un respeto máximo.
Claro que se les debe respeto, pero como a cualquier otra persona, y claro que deben ser guía, deben ser nuestros guías en la fe, en un camino que nos fortalece y nos hace grandes. Pero a los jóvenes muchas veces nos separa de la Iglesia esa imagen tan distante de sacerdote, y estoy convencida (porque lo he vivido) que con sacerdotes que se acerquen más a los jóvenes, que propongan planes con ellos, convivencias, rutas de senderismo que finalicen con oraciones o con lectura de textos que pueden servir para relfexionar, con actividades de este estilo se puede llegar a muchísimos jóvenes y hacer que éstos se envuelvan en este camino tan hermoso y que hace tanto bien a quien lo vive.
No sé si me he expresado con claridad, y creo que ha quedado un comentario extenso, disculpe mi mala redacción pero necesitaba dar mi opinión al respecto, espero que se entienda.
¡Un abrazo!
Estimado "Anónimo",
EliminarAcostumbro a respetar las opiniones de los que habitualmente comentan en este blog. Y así lo hago en esta ocasión; pero permítame decirle que la relectura que hace no tiene mucho que ver con la esencia del texto:
1. Identidad sacerdotal
2. Testimonio de vida
3. Formación espiritual e intelectual
4. Base doctrinal sólida
5. Cuidado de la liturgia
Usted plantea otras problemáticas que no se dan específicamente en este texto. No se aborda el envío de sacerdotes jóvenes a parroquias, el distanciamiento entre los sacerdotes y los laicos, ni un planteamiento pastoral concreto. Se pretende ir mucho más allá, ir a la esencia del sacerdocio, sea joven o mayor.
En definitiva, un sacerdote debe hacer lo que dice usted y un millón de cosas más, pero lo que no debe perder jamás es su identidad sacerdotal, es decir, por qué hace las cosas, o mejor dicho, por Quien hace las cosas.
Muchas gracias.
Pues a mí me ha gustado muchísimo, Óscar; así que me uno al aplauso aunque no sea Padre sinodal y ni siquiera sea un Secretario para redactar actas...
ResponderEliminarUn fortísimo abrazo, que hace mucho que no hablamos!!!
Hola Javier...
Eliminarqué alegría tenerte por aquí. Me alegra saber que te gusta el texto, escucharlo en directo fue espectacular.
Y tu aplaude... no te cortes, llegarás a Padre Sinodal, seguro! jejeje.
Un fuerte abrazo.
Buenos días don Oscar. ¡Vaya entrada! "el intento de hacerse originales se convierten en insignificantes." lo de los jóvenes, ¡caray! qué acierto el suyo en su reflexión; reflejar a Jesús Sumo Sacerdote en la vida de cada cura, dejando que Él obre y sirva con sus manos permaneciendo en la verdad.Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEs muy necesario que los laicos tomen la palabra y nos digan cosas que nos ayuden a crecer. Un saludo.
EliminarDon Oscar saludos y que gracia tan grande estar como secretario en este Sínodo. Me encanto el texto, me quedo con él y el sentir de un joven. Este suceso me conforta, ya que me quedan claro los Padres sinodales tomaron y tomaran el sentir de toda la iglesia. Aplausos y saludos desde el Seminario Conciliar de Tampico Tamaulipas México.
ResponderEliminarEl espíritu es veloz y sale al paso con dosis de realidad. Los obispos fueron humildes y aceptaron con agrado la intervención. Un saludo para México... cada vez hay más seguidores del blog en ese país. Es posible que pronto lo visite. Un fuerte abrazo.
EliminarPues yo (anónimo 2)también me sumo al plausus magnus.
EliminarDios quiera regalar a su Iglesia grandes frutos del Sínodo y del año de la fe.
Excelente intervención; recoge la inquietud no solo de los jóvenes de Roma... también la de la Iglesia toda.
ResponderEliminarParticularmente hago mía sus palabras. Plausus Magnus
Es así, por eso me pareció tan interesante su intervención.
EliminarUn "magno" saludo.
y no hay un video del discurso, me gustaría mostrarselo a los jóvenes de mi parroquia, que aveces andan como que les pesa la vida
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