La Cuaresma puede ser una buena ocasión para profundizar y orar sobre algunos textos propios de este tiempo litúrgico. Para ello, dos buenos amigos nos hemos dado la mano (Corazón Eucarístico de Jesús y El ciento por uno) para elaborar una serie de entradas para aquellas personas que quieran conocer y orar con los textos de los prefacios de los domingos de Cuaresma.
El Domingo IV de Cuaresma (o Domingo Laetare) se utilizará un prefacio u otro dependiendo del ciclo en el que nos encontremos. En el ciclo A, en consonancia con el evangelio proclamado (Jn 9, 1-41), encontramos el prefacio que lleva por título "El ciego de nacimiento", en los ciclo B (Jn 3, 14-21) y C (Lc 15, 1-3. 11-32), al no leerse el Evangelio del ciego de nacimiento, se debe utilizar el prefacio I o II de Cuaresma.
PREFACIO DEL IV DOMINGO DE CUARESMA
El ciego de nacimiento
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual, por el misterio de la encarnación,
condujo al género humano,
peregrino en tinieblas,
al esplendor de la fe;
y a los que nacieron esclavos del pecado
los hizo renacer por el bautismo,
transformándolos en tus hijos adoptivos.
Por eso, Señor, tus criaturas del cielo y de la tierra
te adoran cantando un cántico nuevo,
y también nosotros, con todo el ejército de los ángeles,
te aclamamos por siempre diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo...
“El cual, por el misterio de la encarnación, condujo al género humano, peregrino en tinieblas, al esplendor de la fe”. Como un nuevo Moisés que guía al pueblo esclavo a la libertad, Cristo, por su encarnación conduce a la humanidad a la fe, a la luz y libertad, sacándola de las tinieblas del pecado, de la muerte, del sinsentido.
“A los que nacieron esclavos del pecado”. Por Adán reinaba el pecado y la muerte, y nosotros vivíamos recibiendo esa maldita herencia. Cristo rompe la maldición, nos salva del pecado como nuevo Adán para que donde abundó el delito, se desborde su misericordia.
“Los hizo renacer por el bautismo”. Salvados por las aguas bautismales pertenecemos a un nuevo linaje, el linaje del nuevo Adán, Cristo, y, por tanto, miembros de un pueblo nuevo, la Iglesia. ¡Es otra vida!, y como herencia, la patria celestial y la gloria con Cristo.
“Transformándolos en tus hijos adoptivos”. Todo lo habíamos perdido en Adán, pero por el Bautismo, Dios nos da más aún: ¡hijos!, hijos adoptivos, hijos en el Hijo, con los derechos del Hijo, con la intimidad del Hijo, llevando la imagen del Hijo en nosotros.
Como recurso para los sacerdotes que lo deseen compartimos también el audio de este prefacio del IV domingo de Cuaresma según la versión musicalizada del Misal Romano.
Como recurso también compartimos el vídeo del prefacio de EL CIEGO DE NACIMIENTO.
PREFACIO I DE CUARESMA
SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA CUARESMA
Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no tienen prefacio propio.
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno
por Cristo, Señor nuestro.
Por él concedes a tus fieles
anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado,
los sacramentos pascuales,
para que, dedicados con mayor entrega
a la oración y a la caridad fraterna,
por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida,
lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles,
tronos y dominaciones,
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo...
"Por él concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado", la solemnidad de la Pascua”. La Cuaresma es también tiempo de deseos santos, y el mayor deseo, un año y otro, llegar a la Pascua, al Triduo pascual y a la Pascua eterna. Lo nuestro es la cruz, pero una cruz que desemboca felizmente en vida, júbilo y alegría.
"Para que, dedicados con mayor entrega a la oración y a la caridad fraterno", por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida”. No todo es tristeza y penitencia en la Cuaresma, la alabanza divina pide una mayor entrega (especialmente en la Liturgia de las Horas) y el amor fraterno, las obras de misericordia y la caridad que dilata el alma. Todo por los misterios santos en los que participamos que nos dan la nueva vida.
"Lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios". Somos hijos de Dios por el Bautismo, pero está en germen; la Cuaresma nos marca un proceso de renovación bautismal, de ajustar nuestra vida a la gracia bautismal, y ser en plenitud hijos, ser santos
Como recurso también compartimos el vídeo del PREFACIO I DE CUARESMA
PREFACIO II DE CUARESMA
LA PENITENCIA ESPIRITUAL
Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no tienen prefacio propio.
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque has establecido generosamente
este tiempo de gracia
para renovar en santidad a tus hijos,
de modo que, libres de todo afecto desordenado,
mientras se ocupan de las realidades temporales
no dejen sobre todo de adherirse a las eternas.
Por eso, con los santos y con todos los ángeles,
te alabamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo...
“Has establecido generosamente este tiempo de gracia para renovar en santidad a tus hijos”. La Cuaresma es un don de Dios por la mediación de la Iglesia, que, lejos de ser triste y lúgubre, busca algo tan precioso como renovar en santidad a los hijos de la Iglesia, que vivan más fielmente aquello que han recibido en el Bautismo. La Cuaresma impulsa a la santidad. ¡Y la santidad es la vocación común, universal, la llamada que a todos brota del Bautismo!
“Libres de todo afecto desordenado”. Como el corazón se apega muy fácilmente a todo, es necesario purificarlo y reorientarlo (conversión) hacia Dios, librándonos de lo que nos ata. Los afectos desordenados, ¡a tantas cosas!, dificultan la santidad; la libertad de espíritu la favorece.
“Mientras se ocupan de las realidades temporales no dejen sobre todo de adherirse a las eternas”. Lo creado, lo humano es bueno vivido sanamente, con libertad, convirtiéndose así en regalo del Señor y primicia del disfrute del cielo, sin apegos. Las realidades temporales vividas con corazón limpio.
Como recurso también compartimos el vídeo del PREFACIO II DE CUARESMA.
Buenos días don Oscar:
ResponderEliminar¡Tanto Monta!
Qué bella oración y canto.
Un abrazo.