La Cuaresma puede ser una buena ocasión para profundizar y orar sobre algunos textos propios de este tiempo litúrgico. Para ello, dos buenos amigos nos hemos dado la mano (Corazón Eucarístico de Jesús y El ciento por uno) para elaborar una serie de entradas para aquellas personas que quieran conocer y orar con los textos de los prefacios de los domingos de Cuaresma.
El Domingo III de Cuaresma se utilizará un prefacio u otro dependiendo del ciclo en el que nos encontremos. En el ciclo A, en consonancia con el evangelio proclamado (Juan 4, 5-42), encontramos el prefacio que lleva por título "La Samaritana", el los ciclo B (Jn 2, 13-25) y C (Lc 13, 1-9), al no leerse el Evangelio de la Samaritana, se debe utilizar el prefacio I o II de Cuaresma.
PREFACIO DEL III DOMINGO DE CUARESMA
La Samaritana
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual, al pedir agua a la Samaritana,
ya había infundido en ella la gracia de la fe
y, si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer,
fue para encender en ella el fuego del amor divino.
Por eso, Señor, te damos gracias
y proclamamos tu grandeza cantando con los ángeles:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo...
“El cual, al pedir agua a la Samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe”. Nada es casual en Cristo, todo en Él es redentor y mira a la redención. Todo encuentro con Cristo llega hondo y transforma. ¡Dejemos que Cristo venga, estemos con Él, siempre será fecundo! La fe es un don gratuito; Cristo se lo otorgó a esta mujer y ella se convirtió en buscadora de la Verdad, descubrir a Dios... aún con los pecados de idolatría del corazón (¡cinco maridos!).
“Si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer”. Cristo deseaba la conversión, la fe de aquella mujer. ¡Tenía sed! ¡Sed de almas!, como pastor solícito que viene a dar vida a la oveja perdida y extenuada.
“Fue para encender en ella el fuego del amor divino”. Tenía sed de la fe de aquella mujer para conducirla bien lejos, al culto verdadero en espíritu y verdad y que se entregase incondicionalmente al amor de Dios, el único que sacia tanto vacío llenado por nuestros ídolos... que fatigan y nos destrozan interiormente.
Como recurso también compartimos el vídeo del prefacio de LA SAMARITANA
PREFACIO I DE CUARESMA
SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA CUARESMA
Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no tienen prefacio propio.
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno
por Cristo, Señor nuestro.
Por él concedes a tus fieles
anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado,
los sacramentos pascuales,
para que, dedicados con mayor entrega
a la oración y a la caridad fraterna,
por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida,
lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles,
tronos y dominaciones,
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo...
"Por él concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado", la solemnidad de la Pascua”. La Cuaresma es también tiempo de deseos santos, y el mayor deseo, un año y otro, llegar a la Pascua, al Triduo pascual y a la Pascua eterna. Lo nuestro es la cruz, pero una cruz que desemboca felizmente en vida, júbilo y alegría.
"Para que, dedicados con mayor entrega a la oración y a la caridad fraterno", por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida”. No todo es tristeza y penitencia en la Cuaresma, la alabanza divina pide una mayor entrega (especialmente en la Liturgia de las Horas) y el amor fraterno, las obras de misericordia y la caridad que dilata el alma. Todo por los misterios santos en los que participamos que nos dan la nueva vida.
"Lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios". Somos hijos de Dios por el Bautismo, pero está en germen; la Cuaresma nos marca un proceso de renovación bautismal, de ajustar nuestra vida a la gracia bautismal, y ser en plenitud hijos, ser santos
Como recurso también compartimos el vídeo del PREFACIO I DE CUARESMA
PREFACIO II DE CUARESMA
LA PENITENCIA ESPIRITUAL
Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no tienen prefacio propio.
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque has establecido generosamente
este tiempo de gracia
para renovar en santidad a tus hijos,
de modo que, libres de todo afecto desordenado,
mientras se ocupan de las realidades temporales
no dejen sobre todo de adherirse a las eternas.
Por eso, con los santos y con todos los ángeles,
te alabamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo...
“Has establecido generosamente este tiempo de gracia para renovar en santidad a tus hijos”. La Cuaresma es un don de Dios por la mediación de la Iglesia, que, lejos de ser triste y lúgubre, busca algo tan precioso como renovar en santidad a los hijos de la Iglesia, que vivan más fielmente aquello que han recibido en el Bautismo. La Cuaresma impulsa a la santidad. ¡Y la santidad es la vocación común, universal, la llamada que a todos brota del Bautismo!
“Libres de todo afecto desordenado”. Como el corazón se apega muy fácilmente a todo, es necesario purificarlo y reorientarlo (conversión) hacia Dios, librándonos de lo que nos ata. Los afectos desordenados, ¡a tantas cosas!, dificultan la santidad; la libertad de espíritu la favorece.
“Mientras se ocupan de las realidades temporales no dejen sobre todo de adherirse a las eternas”. Lo creado, lo humano es bueno vivido sanamente, con libertad, convirtiéndose así en regalo del Señor y primicia del disfrute del cielo, sin apegos. Las realidades temporales vividas con corazón limpio.
Como recurso también compartimos el vídeo del PREFACIO II DE CUARESMA.
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