Todos los Santos

 1 de noviembre

TODOS LOS SANTOS

Solemnidad


El culto a los santos empezó sobre todo con el recuerdo de los mártires a partir del protomártir Esteban (cf. Hch 8,2). Desde los primeros siglos de cristianismo se dieron salvajes persecuciones de cristianos promovidas por diferentes emperadores romanos, provocando un número ingente de mártires tanto en Oriente como en Occidente, por ello, desde el siglo III ya hay constancia de la celebración conjunta de estos mártires, aunque cada iglesia la celebraba en una fecha diferente. El origen de la fiesta que recibe el nombre de todos los santos hay que situarlo en el siglo VII, cuando el Panteón romano, templo dedicado en su momento a todos los dioses (que es lo que su nombre significa en griego), se dedicó a la Virgen y a todos los santos. El aniversario de esta dedicación se fijó en el siglo IX para el 1 de noviembre.

Desde aquel primero de noviembre la Iglesia celebra con alegría el triunfo de aquellos que ya ven el rostro de Dios, los santos, tanto los canonizados como los innumerables «santos anónimos» que han merecido la corona que no se marchita (cf. 1Cor 9, 25).

Esta solemnidad litúrgica de Todos los santos viene enmarcada por la alegría de la fe, ya que ojalá un día estemos nosotros entre ellos. Esta celebración es un hermoso encuentro entre la Iglesia peregrina y la Iglesia triunfante. Nosotros, peregrinos todavía por este mundo alzamos la mirada al cielo pidiendo la intercesión de los santos y tomándolos como ejemplo para nuestra vida diaria (cf. Oración colecta). De este modo nosotros también estamos en camino hacia la santidad desde nuestro «aquí y ahora» para llegar algún día a la Jerusalén celeste, a la ciudad Santa (cf. Prefacio). Hoy más que nunca podemos subrayar que la Eucaristía es prefiguración de la liturgia del cielo y en ella se unen la Iglesia peregrina y la Iglesia triunfante para dar gloria al Dios y Señor, al tres veces santo cantando: "Por eso [nosotros] con la muchedumbre de los santos y de los ángeles... cantamos SANTO, SANTO, SANTO es el Señor.

Antífona de entrada
Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de todos los santos. Los ángeles se alegran de esta solemnidad y alaban a una al Hijo de Dios.

Se dice Gloria.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,
que nos has otorgado venerar en una misma celebración
los méritos de todos los santos,
concédenos, por esta multitud de intercesores,
la deseada abundancia de tu misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Ap 7, 2-4. 9-14 - Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas

Lectura del libro del Apocalipsis.

YO, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar diciéndoles:
   «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios».
Oí también el número de los sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.
Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente:
   «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».
Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo:
   «Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén».
Y uno de los ancianos me dijo:
   «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?».
Yo le respondí:
   «Señor mío, tú lo sabrás».
Él me respondió:
   «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial - Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6 (R/.: cf. 6)

R/.   Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.

        V/.   Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
                el orbe y todos sus habitantes:
                él la fundó sobre los mares,
                él la afianzó sobre los ríos.   R/.
                
        V/.   ¿Quién puede subir al monte del Señor?
                ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
                El hombre de manos inocentes y puro corazón,
                que no confía en los ídolos.   R/.

        V/.   Ese recibirá la bendición del Señor,
                le hará justicia el Dios de salvación.
                Este es el grupo que busca al Señor,
                que busca tu rostro, Dios de Jacob.   R/.


SEGUNDA LECTURA
Jn 3, 1-3 - Veremos a Dios tal cual es

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

QUERIDOS hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

Palabra de Dios.

Aleluya
Mt 11, 28
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados —dice el Señor—,
        y yo os aliviaré.   R/.

EVANGELIO
Mt 5, 1-12a - Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
   «Bienaventurados los pobres en el espíritu,
   porque de ellos es el reino de los cielos.
   Bienaventurados los mansos,
   porque ellos heredarán la tierra.
   Bienaventurados los que lloran,
   porque ellos serán consolados.
   Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
   porque ellos quedarán saciados.
   Bienaventurados los misericordiosos,
   porque ellos alcanzarán misericordia.
   Bienaventurados los limpios de corazón,
   porque ellos verán a Dios.
   Bienaventurados los que trabajan por la paz,
   porque ellos serán llamados hijos de Dios.
   Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
   porque de ellos es el reino de los cielos.
   Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor.

Se dice Credo.

Oración sobre las ofrendas
SEAN agradables a tus ojos, Señor,
los dones que te ofrecemos
en honor de todos los santos,
y haz que sintamos interceder por nuestra salvación
a los que creemos ya seguros en la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio:
LA GLORIA DE NUESTRA MADRE JERUSALÉN

V/.   El Señor esté con vosotros. R/.
V/.   Levantemos el corazón. R/.
V/.   Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.


EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque hoy nos concedes celebrar a la ciudad santa,
la Jerusalén celeste, que es nuestra madre,
donde eternamente ya te alaba
la corona de nuestros hermanos.

Hacia ella,
como peregrinos guiados por la fe,
nos apresuramos jubilosos,
compartiendo la alegría
por la glorificación de los mejores miembros de la Iglesia,
en la que nos concedes también ayuda y ejemplo
para nuestra debilidad.

Por eso,
con la muchedumbre de los santos y de los ángeles
proclamamos tu grandeza y te alabamos
aclamando a una sola voz:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Antífona de comunión          Mt 5, 8-10
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Oración después de la comunión
TE adoramos y admiramos, oh, Dios,
el solo Santo entre todos los santos,
e imploramos tu gracia
para que, realizando nuestra santidad en la plenitud de tu amor,
pasemos de esta mesa de los que peregrinamos,
al banquete de la patria celestial.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


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