La música de la Catedral de Santiago, Vol. 3


 Vol. 3

SANTIAGO Y NUEVA ESPAÑA
Música a ambos lados del Atlántico
Capilla musical de la Catedral de Santiago de Compostela
Coro de la Universidad de Santiago de Compostela
Director: Miro Moreira

Para pedidos de este volumen o de cualquier otro de la colección: 
administracion@catedraldesantiago.es 

José de Vaquedano (1642-1711)
Manum suam
Vexila Regis
Credo
Ave Regina cælorum
Diego de Muelas (1698-1743)
Vox clamantis
Interrogabant Autem
Inter vestibulum
Ductus est Iesus
Hic est filius
Erat Iesus
Dicebat Iesus
Pedro Rodrigo (+1750)
Adiuva nos
Inter vestibulum
Juan de Lienas (1600-1654)
Salve
Juan Gutiérrez de Padilla (1629-1664)
Stabat Mater
Juana Inés de la Cruz (1648-1695)
Madre la de los primores
Juan García de Zéspedes (ca.1619-1678)
Convidando está la noche

Puedes escuchar este CD pinchando AQUÍ.

“Conviene advertir a los Maestros de Capilla, que así mesmo ellos tengan en cuenta de hacer cantar obras, que se conformen al Tiempo […] ¿Pues cómo se juntaran las palabras de tristeza y penitencia, con el tiempo de alegría y regocijo? ¿Y cómo estarán concordes y en paz, el Canto alegre y el Oficio y tiempo melancólico? Pues por ello conviene que haya alguna manera de semejanza entre las palabras y el tono de la Música, en tiempo y lugar. Si fuere de Adviento, Cuaresma o otro tiempo de penitencia y de recogimiento, canten obras graves y de tristeza, que muevan a devoción y compunción las personas que están presentes. Mas si fuere día de solemnidad y tiempo de regocijo, hagan cantar obras solemnes y alegres, que regocijen los ánimos de los oyentes; conformando siempre la Música con la tristeza o con el regocijo, que en aquel día muestra tener la Iglesia Santa de Dios […] porque hace grande efecto el sentir las palabras y el aire de la solfa o tono de la Música, conforme el tiempo y a lo que pide el día de la celebración. Es menester pues seguir el tiempo, y acomodarse al uso presente, y tanto más en cosas buenas, y según el proverbio: Servire Scena”.

Es decir: “Acomodarse al Tiempo”. Así lo explica el clérigo italiano Pietro Cerone en su tratado de música El melopeo y maestro, publicado en castellano en 1613, de donde se ha extraído la cita anterior. Aunque esta obra compila la práctica musical de finales del Renacimiento, estuvo presente en la vida musical durante todo el Barroco; la necesidad de adecuar la música al texto y al espíritu de la celebración siguió siendo una prioridad para los compositores de música sacra.

Los responsables de la composición y ejecución del repertorio musical religioso eran fundamentalmente los maestros de capilla, al servicio de las catedrales repartidas por los extensos territorios gobernados por la Monarquía Hispánica, tanto en la Península como en ultramar. En las colonias americanas se reprodujo la estructura organizativa articulada en diócesis, que centraban la vida religiosa y musical en las grandes catedrales. El presente programa se ocupa de dos importantes territorios de ambas orillas del océano, de especial relevancia en el desarrollo de la cultura barroca. Primeramente la catedral de Santiago, una de las principales de la Península, cuya influencia llegaba mucho más allá de las fronteras de la entidad administrativa en la que se ubicaba, el Reino de Galicia integrado en la Monarquía Hispánica. Allí trabajaron como maestros de capilla Vaquedano, Muelas y Rodrigo. En segundo lugar, el Virreinato de Nueva España con capital en Ciudad de México, que alcanzó su primer período de esplendor justamente en el Barroco, midiéndose en términos de igualdad con la cultura continental europea. En Nueva España desarrollaron su obra los maestros de capilla Lienas, Gutiérrez de Padilla, y García de Zéspedes, además de la extraordinaria monja Sor Juana Inés de la Cruz.

Como en el resto del Imperio español, en ambos territorios encontramos unos mismos valores y unas mismas prácticas que, dejando espacio para las particularidades inherentes a cada territorio, comparten en esencia unos mismos fundamentos. Un habitante de la Península encontraría en el Nuevo Mundo el mismo sistema global de referencias, regido por un mismo calendario: el año litúrgico.
   
Como resume Cerone en su tratado, el ciclo litúrgico anual –aunque no se corresponde exactamente con el actual– alterna períodos de penitencia con otros de regocijo. El tiempo penitencial por excelencia lo conforma la Cuaresma, en el que se llama constantemente al ayuno, la abstinencia, la limosna y la oración contemplativa de la pasión y muerte de Jesucristo. Su importancia doctrinal se manifiesta consecuentemente en la importancia de la música asociada. En el presente programa, varios motetes ilustran diversos aspectos de la vida de Jesús correspondientes a este tiempo: exhortación a los judíos (Dicebat Iesus), a sus discípulos (Interrogabant autem), llanto de los sacerdotes (Inter vestibulum), tentaciones en el desierto (Ductus est), su transfiguración (Hic est filius), la curación de un endemoniado (Erat Iesus), atención a los suplicantes (Adiuva nos). El himno Vexilla regis celebra la Cruz como símbolo de redención. Uno de los géneros musicales más íntimamente ligados a este tiempo eran las lamentaciones o lecciones de tinieblas, que emplean textos del profeta Jeremías sobre la destrucción de Jerusalén. Acompañadas de un ritual especial en el que la oscuridad tenía un papel simbólico, estos cantos canalizaban la necesidad de expresión de sentimientos de dolor propios de la Semana Santa. En la lamentación Manum suam se deplora la profanación del santuario del Señor por parte de los gentiles.

Al tiempo de Navidad corresponde un espíritu festivo, aunque con un carácter menos decidido en su período de preparación, el Adviento. Para Adviento está escrito el motete Vox clamantis, que precisamente clama por que se preparen los caminos para el advenimiento del Señor. Entrados ya propiamente en Navidad, la alegría se hace especialmente evidente en las obras escritas ya no en latín sino en lengua vernácula, en las que la Iglesia ve apropiado que se pueda manifestar dicha alegría en el espíritu de la música popular. Es así como se podía escuchar el eco de la voz de los grupos sociales más humildes, siempre a través de la obra de los cultos maestros de capilla. Buen ejemplo de ello es el villancico novohispano con el que acaba el CD: Convidando está la noche, donde para adorar a Jesús recién nacido se utiliza expresamente el género popular de la guaracha.

Dentro del año litúrgico el ciclo más importante es el Propio del tiempo, que conmemora la vida de Cristo; pero en paralelo discurre también el Propio de la Virgen y los santos. La popularidad del culto a María se ve reflejada en las numerosas versiones polifónicas de un conjunto de cantos litúrgicos que le están especialmente dedicados, en los que en general podemos apreciar lo que Cerone reclama en su tratado para las obras que deben ser “solemnes y alegres”. Buena muestra de ello son las antífonas para el rito de los Oficios Ave Regina cælorum y Salve Regina. Muy distinto es el carácter de la secuencia Stabat Mater, que conmemora el dolor de la Virgen María al pie de la Cruz de su Hijo, y se debe ajustar al tono doloroso y dramático del texto. También se incluye una una pieza asociada al Propio de los santos, el villancico Madre de los primores que está dedicado a Santa Teresa de Ávila, canonizada en 1622.

Aparte del hecho de que la cultura barroca ibérica comparta un espacio cultural de notable uniformidad, quizás hoy nos pueda llamar la atención el grado de conexión entre los territorios de ambos lados del Atlántico, y la relativa rapidez con la que circulaban las personas y las ideas. Por ejemplo, el canónigo de la catedral de Santiago Francisco de Aguiar y Seijas ocupó desde 1682 el puesto de arzobispo de México; y en sentido inverso, el novohispano Antonio de Monroy fue arzobispo de Compostela desde 1685. En cuanto a los maestros de capilla, su grado de movilidad no sorprende, ya que continuamente buscaban mejorar sus condiciones laborales trasladándose a puestos de mayor relevancia y mejor pagados. Los maestros compostelanos Vaquedano, Muelas y Rodrigo sólo se movieron por el espacio de la Península y no llegaron a pisar América, aunque sabemos que al menos las obras de Vaquedano y de Muelas eran allí conocidas e interpretadas. Varias obras de Vaquedano se conservan en la catedral de Bogotá, capital del Reino de Nueva Granada; y varias de Muelas en Morelia y Guatemala, que formaban parte del Virreinato de Nueva España. De los compositores novohispanos del presente recital, el malagueño Gutiérrez de Padilla es un ejemplo de maestro de capilla que se trasladó al Nuevo Mundo, estableciéndose en la catedral mexicana de Puebla de los Ángeles. Allí le sucedió García de Zéspedes, natural de la misma Puebla. La identidad de Juan de Lienas es una cuestión debatida, asignándosele tanto un origen español, criollo o indígena. También es una cuestión debatida si la autoría musical del villancico de Sor Juana es de ella misma. Que tenía profundos conocimientos musicales está fuera de duda, pues escribió un tratado de música hoy perdido. Además, uno de los pocos libros que se conservan de su extensa biblioteca es el tratado de Cerone que citábamos al inicio; es evidente que lo leyó con atención, porque le añadió anotaciones de su propia mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Anímate a comentar.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...